En un rincón de la colonia Los Ángeles de San Pedro Sula, un pequeño taller de costura lucha por salir adelante.
“Desde que salí de la escuela me di cuenta de que me gustaba la costura más que cualquier otro oficio”, relata Mayra Guillén, la propietaria del taller al hablar de sus comienzos en un recorrido de más de dos décadas en donde poco a poco se ha ido acercando a su meta de darse a conocer con su propia marca de uniformes.
Mayra (38) comenzó a costurar desde que salió de la primaria. Luego de graduarse de una academia de corte y confección, acumuló experiencia en diversos trabajos, incluyendo los casi tres años que pasó en una maquiladora, en donde perfeccionó sus habilidades. “De ahí empecé a visualizar muchas cosas, a ver cómo se mueve el negocio de la moda”, dice, reflexionando en el momento que definió su vocación .
Tras su paso por la maquila, decidió abrir su propio taller de costura en casa, sin más apoyo que el de su esposo y sus hijos, a tres de los cuales ha incorporado al negocio a medida que llegan a la edad en la que les puede confiar responsabilidades.
El esfuerzo ha valido la pena, pues la calidad de su trabajo le ha valido el convertirse en la proveedora de uniformes para los estudiantes que asisten a la escuela de la comunidad, lo que considera un primer paso para darse a conocer. “Quiero darme a conocer con mi propia marca y si Dios me ayuda, lo lograré”, dice con optimismo.
