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Los artesanos textiles de Italia se enfrentan a la extinción

  • 25 febrero 2014 /

Los ganadores gozan de contratos multimillonarios o incluso son blanco de adquisiciones.

Milán, Italia

La carrera del mundo de la moda por conquistar a los consumidores ultra ricos está creando una marcada división en la base manufacturera de lujo de Italia.

Los ganadores gozan de contratos multimillonarios o incluso son blanco de adquisiciones, a medida que pesos pesados del sector como LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton SA compiten por comprar los mejores fabricantes italianos.

Los perdedores tienen problemas para sobrevivir, abrumados por los mismos factores que están devorando a otros bastiones de la manufactura italiana como el acero, los autos y electrodomésticos: su tamaño pequeño, los altos costos laborales y de energía, una menor demanda interna y la competencia proveniente de países con menores
costos.

Los segmentos de cuero y confección de la economía italiana perdieron 20% y 15% de su producción, respectivamente, desde 2007, según la organización empresarial Confindustria.

Más de 500 empresas textiles cerraron el año pasado y las ventas han caído 13% en cinco años, según la asociación del ramo Sistema Moda Italia. Nombres emblemáticos como Ittierre SpA están al borde del colapso.

La compañía, que solía fabricar colecciones para Roberto Cavalli y John Galliano, trató de escapar la quiebra en 2009 con producciones secundarias para Karl Lagerfeld y Tommy Hilfiger.

Pero Ittierre recientemente perdió este contrato, quedándose otra vez al borde del abismo. Los artesanos italianos especializados en lana se entrenan por años para poder hacer el terminado de una prenda en cachemira, ya
que deben lavar y tratar la fibra de modo que la tensión de la estera quede en el punto exacto. Italia tiene miles de estos artesanos, muchos de ellos especializados en habilidades específicas como curtir cuero o hacer impresiones
en seda. Sus habilidades son uno de los principales atractivos para aquellos que más gastan en
lujo, como los consumidores chinos y rusos.

Las grandes empresas de artículos de lujo, que están concentrándose en productos más costosos y con las mayores ganancias, están contratando a sus propios artesanos y a los mejores proveedores. Las empresas buscan consolidar
sus pedidos en unos pocos proveedores grandes para ahorrar costos y asegurarse los artesanos.

El año pasado, LVMH compró el fabricante de cachemira Loro Piana por 2.000 millones de euros (US$2.700 millones). Otras casas de moda están siguiendo su ejemplo. La francesa Hermès International SA está duplicando su producción en una curtidora que posee en el norte de Italia.

Pero los proveedores que no atraen a las grandes marcas están pasando apuros para seguir a flote. Estos pequeños proveedores carecen del capital necesario para invertir en la tecnología que garantizará la más alta calidad que exigen las grandes marcas y no pueden sostener los altos costos de mano de obra y energía de Italia.

La presión para mantener el ritmo ha llevado a muchos a la ruina.

Cerca de 150, casi un octavo, de las compañías en el área italiana de Biella, reconocida por su lana y cachemira, han cerrado sus puertas en los últimos cuatro años. Otros fabricantes están lanzando sus propias marcas, incluso si
eso conllevara el riesgo de irritar a sus grandes clientes, para hacerse con una mayor tajada del valor que termina en los bolsillos de las grandes marcas y minoristas.

No obstante, la caída de tantos fabricantes deja a Italia bajo la amenaza de perder las destrezas que han pasado de generación en generación. “Es un desastre, no para las empresas, sino para el país”, dijo Michele Bocchese, presidente del sector textil de Veneto de Confindustria