Ni Grecia ni China rentabilizaron sus faraónicos gastos para construir sus instalaciones olímpicas de 2004 y 2008, aunque tuvieron consecuencias bien diferentes sobre las economías de sus países, así como en las proyecciones de uso y mantenimiento de los parques olímpicos.
Mientras se habla de desperdicio y ‘elefantes blancos’ para Atenas, que invirtió unos 10 mil millones de euros para sus Juegos y hoy la mayoría de los sitios están abandonados, la situación en Pekín parece tener mejores proyecciones, aun si sus suntuosas instalaciones siguen casi vacías.
El centro de ese despliegue arquitectural de un conjunto de realizaciones olímpicas con un costo estimado en 40 mil millones de euros, el célebre Nido de Pájaro pequinés prácticamente no se usó desde la ceremonia de clausura de los Juegos, a fin de agosto de 2008.
En todo caso, no se usó demasiado como estadio, salvo alguna final de Copa de Italia de fútbol o en el futuro de Copa del Rey de España.
Visitado por miles de turistas chinos y extranjeros cada día, es considerado por las autoridades como el símbolo del éxito de los Juegos, en el que ganaron por primera vez el medallero general, destronando a la gran potencia deportiva: Estados Unidos.
“Las autoridades chinas hacen que los sitios olímpicos se conserven como la imagen del prestigio de los Juegos-2008”, explica Paul Renner, presidente de Helios Partners China, experto en marketing deportivo.
Por ello, habrá que esperar hasta 2015 y el campeonato del mundo de atletismo para que el nido vuelva a llenarse con 80 mil espectadores que puedan desatar la fiebre deportiva como en aquel agosto de 2008.
A su lado, la piscina olímpica corre el mismo destino. Abierta a todo el público en un pequeño sector, el resto se lo mantiene casi como un museo de las proezas logradas por el nadador estadounidense Michael Phelps, ganador de ocho oros (récord absoluto). Pero China, con un fuerte crecimiento, puede permitirse lo que hoy por hoy no la Grecia sumergida en una profunda crisis económica.
Olímpico abandono
Ocho años después de sus Juegos, las instalaciones de Atenas no se usan mucho más que esas de Pekín, pero el impacto sobre la economía de gastos ligada a los Juegos es mucho más potente en Grecia. “El efecto Juegos sobre el PIB, es marginal.
Aun para Grecia. Por el contrario, sobre la deuda, se admite comúnmente que los Juegos de 2004 han impactado en el país”, juzga Jean-Louis Chappelet, profesor de gestión pública en la Universidad de Lausana (Suiza).
Todavía dan juego en Barcelona
Barcelona. Veinte años después de los Juegos de Barcelona 1992, sus instalaciones olímpicas siguen siendo un escenario privilegiado para la celebración de grandes citas deportivas y culturales, que continúan impulsando la imagen de la ciudad, desafiando la crisis actual.
El objetivo era “poner los Juegos al servicio de la ciudad y no la ciudad al servicio de los Juegos: los Juegos duran solo 16 días pero la ciudad perdura siempre”, recordaba el que fuera presidente del Comité Organizador Olímpico Barcelona 1992, Miquel Abad.
Dos décadas después, instalaciones como el polideportivo Palau Sant Jordi, el estadio Olímpico, o las piscinas Picornell, siguen en activo.
