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Internet con acceso para todos

  • 07 julio 2014 /

Mark Zuckerberg, presidente de Facebook, dice que una Internet universal reducirá la pobreza.

Nueva York, Estados Unidos.

Ha habido momentos en la historia en los que una nueva tecnología ha transfor­mado completamente la forma en la que vive y funciona nuestra sociedad. La im­prenta, la radio, la televisión, los celula­res e Internet son algunas de ellas. En las próximas décadas veremos una mayor revolución, cuando miles de millones de personas se conecten por primera vez a la web.

Actualmente, poco más de un tercio del mundo está conectado, cerca de 2.700 millones de personas. Es fá­cil olvidarse del valor que tiene Internet y asumir que la mayoría de las personas pronto tendrán el acceso y las oportunidades que tenemos, pero no es el caso. Co­nectar a todos es uno de los retos fundamentales de nuestra gene­ración.

Cuando la gente tiene acceso, no sólo se conecta con sus ami­gos, familiares y comunidades, también obtiene la oportunidad de participar en la economía global.

Una investigación de McKinsey & Co. de 2011 muestra que In­ternet ya representa una mayor partici­pación en la actividad económica que la agricultura y la energía en muchos países desarrollados y durante los últimos cinco años ha generado 21% del crecimiento del Producto Interno Bruto.

El acceso a herra­mientas en línea permite que la gente use la información para hacer mejor su trabajo y, a su vez, crear nuevos empleos, nego­cios y oportunidades. Internet es la base de esta economía.
Conectando al mundo

Conectar a todos los habitantes del mundo hace más que tan sólo compartir los beneficios mencionados con miles de millones de personas.

Darle acceso a la web a los otros dos tercios del mundo les permitirá inventar y crear nuevas cosas que nos beneficiarán. Si podemos conectar a todos, todas nuestras vidas mejorarán drásticamente.
Pero esto no va a ocurrir por sí solo.

No solo la gran mayoría de la gente no tiene acceso a Internet, sino que sorprendentemente, la adopción de Internet está cre­ciendo menos de 9% al año.

Ese es un ritmo muy lento, considerando lo temprano que estamos en su desarrollo y el hecho de que esta tasa continúe desacelerándose.

Una creencia común es que a medida que más gente compre smartphones, también tendrá acceso a datos. Pero ese no es un hecho.

En la mayoría de los países, el costo de un plan de datos es mucho mayor que el precio del propio celular. Por ejemplo, un iPhone con un plan de datos de dos años en Estados Unidos puede costar cerca de US$2.000, de los cuales US$500 o US$600 son para el teléfono y cerca de US$1.500 son para los datos.

Igualmente, la gran mayoría de los cos­tos de los datos van directamente a cubrir las decenas de miles de millones de dólares que se invierten cada año en la construc­ción de infraestructura global de Internet. Hasta que esto no sea más eficiente, no podremos proveer el servicio de manera sustentable a todo el mundo a precios que puedan pagar.

A menos que cambiemos esto, pronto viviremos en un mundo en el que la mayoría de personas con celulares los usen sin conectarse a la web.

Hay muchos estudios sobre cómo lle­var Internet a los usuarios de formas to­talmente nuevas.
Algunas de estas involucran satélites, aviones, láseres y la proyección de la co­nexión a Internet desde el cielo. Estas in­vestigaciones llegarán a ser necesarias para conectar a todo el mundo, ya que al­gunas personas viven en zonas remotas en las que no hay infraestructura para co­nectarlos. Pero ese no es el problema que tiene la mayoría de gente.

De hecho, casi 90% de la población mundial ya vive en el rango de una red ce­lular. Para todos aquellos en esas áreas, no necesitamos construir nuevos tipos de in­fraestructura para ayudarlos a conectarse. Sólo necesitamos mostrarles por qué es valioso y volverlo accesible.

El desafío para nuestra industria será desarrollar modelos de acceso a Internet que hagan que los servicios de datos sean más asequibles y que, al mismo tiempo, permitan a los operadores móviles seguir creciendo e invirtiendo de manera soste­nible.

Iniciativas como Internet.org, una so­ciedad global fundada por Facebook y otros líderes tecnológicos, están traba­jando con los operadores para proveer servicios básicos de Internet gratuitos a gente en todo el mundo.

Nuestra sociedad ya ha decidido que ciertos servicios telefónicos básicos de­ben ser gratuitos. Cualquiera puede llamar al 911 (en EE.UU.) para obtener atención médica o reportar un delito, incluso si no ha pagado por un plan telefónico. En el fu­turo, todos también deberían tener acceso a servicios básicos de Internet, incluso si no han pagado por un plan de datos.

Y de la misma forma que los servicios telefó­nicos básicos han alentado a más gente a comprar un celular, los servicios básicos de Internet alentarán a muchas personas a conseguir un plan de datos. Si estos es­fuerzos funcionan, podemos conectar a miles de millones de personas en la próxi­ma década y eso transformará sus vidas y comunidades.
Progreso humano

Un reciente estudio de Deloitte halló que expandir el acceso a Internet en países en desarrollo crearía 140 millones de tra­bajos y sacaría a 160 millones de personas de la pobreza. Esta nueva oportunidad in­cluso reduciría sustancialmente las tasas de mortalidad infantil. A lo largo de África subsahariana, el sudeste de Asia y Améri­ca Latina, Internet ayudará a impulsar el progreso humano.

Quizás el cambio más importante sea un nuevo sentido global de comunidad. Hoy sólo podemos oír las voces y ser tes­tigos de la imaginación de un tercio de la población mundial. A todos nos están ro­bando la creatividad y el potencial de los dos tercios del mundo que no están en lí­nea. En el futuro, si tenemos éxito, Inter­net realmente representará a todo el mun­do.

Nada de este futuro está garantizado. En los próximos años se librará una batalla para expandir y defender el Internet libre y abierto. Nuestro éxito determinará qué tan lejos puede ir esta visión de un mundo co­nectado. Conectar al mundo está a nuestro alcance y si trabajamos juntos, podemos hacerlo realidad.