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Eike Batista protagoniza la mayor bancarrota de América Latina

  • 30 octubre 2013 /

Rio de Janeiro, Brasil

OGX Petróleo e Gás Participações SA, la petrolera controlada por el ostentoso empresario brasileño Eike Batista, se acogió el miércoles a la protección por bancarrota en un tribunal de Rio de Janeiro en lo que probablemente se convierta en la mayor quiebra en la historia de América Latina.

La petrolera recaudó miles de millones de dólares en los mercados de capitales en los últimos siete años con el fin de explorar petróleo y gas, principalmente en Brasil. El miércoles, sin embargo, OGX, gravemente endeudada, no pudo pagar a los tenedores de bonos ni a sus proveedores.

Ahora, la compañía se someterá a un proceso judicial diseñado para permitirle reestructurar sus finanzas, en lugar de ser liquidada de forma inmediata. Si su solicitud es aceptada, OGX contará con 60 días para presentar un plan de reorganización. Posteriormente, los acreedores tendrían 30 días para aprobarlo o rechazarlo.

Las acciones de OGX cayeron 26% el miércoles en la Bolsa de São Paulo para cerrar en 0,17 reales (US$0,08). Sus acciones, que alcanzaron un máximo de 23,27 reales en octubre de 2010, acumulan un descenso de 96% en los últimos 12 meses y se espera que dejen de cotizar hasta que se complete la reestructuración.

Sergio Bermudes, el abogado de OGX que presentó la solicitud de bancarrota, cree que la empresa es capaz de superar sus problemas financieros. “La compañía cuenta con muchos activos y podría formar alianzas con otras empresas”, manifestó en una entrevista telefónica.

La caída de Batista ha coincidido con un cambio drástico en la percepción de numerosos inversionistas acerca de Brasil. El país, en su momento considerado parte de un selecto grupo de mercados emergentes cuyo dinamismo iba a sacar a la economía mundial de una crisis financiera que se había prolongado durante años, ha registrado tres años de crecimiento débil.

El colapso de OGX ha golpeado principalmente a un grupo de inversionistas de élite entre los que figuran Pacific Investment Management Co., el mayor fondo de renta fija del mundo, el fondo soberano de Abu Dhabi y el propio gobierno brasileño.

La mayoría de los analistas no prevé que la bancarrota de OGX repercuta en el sistema financiero o la economía brasileña. “Es un caso más bien aislado. Por supuesto, es parte de un giro hacia una visión más pesimista de Brasil, pero eso ya es bien sabido”, señaló Tony Volpon, responsable de investigación de mercados emergentes de Nomura Securities en Nueva York. “Creo que lo más relevante es un giro hacia un poco más de optimismo sobre el país”, agregó.

El colapso de OGX deja mal parado al gobierno de la presidenta Dilma Rousseff y su Partido de los Trabajadores (PT). El predecesor y mentor de Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva, mantuvo una relación cercana con Batista y su gobierno concedió miles de millones de dólares en créditos baratos al conglomerado. Buena parte de los préstamos fueron otorgados por el banco estatal de desarrollo, BNDES.

“Después de este fracaso de Eike Batista, el gobierno debe examinar la forma en que usa el BNDES”, indicó el senador Álvaro Dias, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

En un comunicado, BNDES dijo que no ha otorgado ningún préstamo a OGX y que su brazo de inversión, BNDESPAR, posee 0,26% del capital total de OGX, lo que equivale a sólo 0,01% de sus inversiones.

El gobierno de Rousseff ha buscado distanciarse de Batista, al declarar que no rescatará a la empresa privada. Aun así, los bancos controlados por el Estado han, en su mayoría, seguido extendiendo préstamos a las firmas de Batista, aunque han detenido los nuevos créditos.

Un vocero de la presidenta no respondió a pedidos de comentarios para este artículo.

OGX indica que debe cerca de US$546 millones a sus proveedores, entre ellos firmas como la británica Ensco PLC, que suministra servicios de perforación marina y que ha dicho que un pago de OGX “no estaba razonablemente asegurado”. La empresa ha reservado US$11 millones para cubrir posibles pérdidas.

Bancos en Brasil han prestado miles de millones de dólares a las compañías de Batista, aunque muy poco específicamente a OGX. Según fuentes al tanto, la mayoría de los bancos ya han apartado fondos para cubrir cualquier pérdida, por lo que no se verían muy afectados.

Dentro del imperio de Batista, el mayor efecto podría ser para la astillera OSX Brasil SA, que contaba con OGX como su principal cliente y aún debe recibir grandes pagos por plataformas petroleras que construyó y prestó a su compañía hermana.

Uno de los mayores perdedores ha sido el propio Batista. Considerado el hombre más rico de Brasil hace apenas 18 meses, con una fortuna de más de US$30.000 millones, ahora ha caído de la lista de multimillonarios. No queda claro cuánto dinero le quedará exactamente.

El eje del imperio de Batista en bancarrota

Casi la mitad de su patrimonio estaba ligado a acciones de su profundamente interconectado conglomerado industrial, que consistía en una serie de empresas nuevas en industrias pesadas como el petróleo y el gas, la minería, la construcción naval y la logística.

Todas las firmas recaudaron miles de millones de inversionistas para emprender proyectos y atrajeron varios socios, incluidos IBM Corp. y Mubadala Development Co., de Abu Dhabi.

La empresa bandera era OGX, que levantó alrededor de US$8.000 millones para sus actividades de crudo y gas.

Batista había asegurado que OGX rivalizaría algún día con la estatal Petróleo Brasileiro SA, o Petrobras.
“Pensaron que era posible pagar a los inversionistas en el corto plazo. Cinco años es muy poco para una empresa petrolera. Esas son empresas que duran 100 años, y tienen que empezar de forma lenta”, señala Ricardo Espírito Santo, presidente ejecutivo del banco de inversión BES Investimento do Brasil.

OGX descubrió crudo en su yacimiento Tubarão Azul y comenzó la producción en enero de 2012. Para julio, era claro que el campo no produciría las vastas cantidades de petróleo que habían prometido, y la empresa empezó a caer en picada. La crisis de confianza se propagó a las otras empresas de Batista.

Lo que siguió fue una carrera frenética durante un año para salvar la mayor parte del imperio como fuera posible, pese a que perdían miles de millones de dólares en valor. Batista vendió su compañía de logística, LLX Logística SA, que está construyendo un gigantesco puerto en el norte del estado de Rio de Janeiro, y también una importante participación en la eléctrica MPX Energia SA, ahora llamada Eneva SA.

OGX, en tanto, peleó para sobrevivir. En octubre de 2012, conforme se acumulaban los problemas de OGX, Batista prometió invertir US$1.000 millones adicionales en la firma si fuera necesario. No obstante, cuando casi un año después la petrolera solicitó ese dinero, el empresario se negó a proporcionarlo, diciendo que las circunstancias habían cambiado, lo que dio lugar a un enfrentamiento.

La firma empleó una medida inusual para una empresa nueva, al comprar una participación en un yacimiento existente para generar efectivo de inmediato.

OGX ha enfocado toda su atención en Tubarão Martelo, que empezaría a producir en noviembre.

Batista aún es elogiado por su visión en un país donde los grandes proyectos como los que están emprendiendo sus empresas son difíciles de poner en marcha. El empresario creó dos grandes puertos en el estado de Rio de Janeiro que ayudarán a aliviar parte del congestionamiento en la infraestructura del país. Ambos fueron vendidos hace poco a otros grupos de inversionistas, lo que sugiere que sobrevivirán.

Por Luciana Magalhães, Rogerio Jelmayer y Matthew Cowley

Tom Murphy y Emily Glazer contribuyeron a este artículo