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¿Le importa la sustentabilidad a Wall Street?

  • 30 abril 2018 /

El 2017 la comunidad financiera presionó a las empresas por el cambio climático, los derechos de la comunidad LGBT, desigualdad económica y diversidad en las jefaturas.

Nueva York, Estados Unidos.

El año comenzó con una explosión que puede indicar un mayor cambio en las prioridades de los inversionistas.

En su carta anual a los presidentes de S&P 500, Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, hizo una defensa a todo pulmón tanto de la creación de valor a largo plazo como del propósito corporativo. Se trata de un asunto poderoso, en especial viniendo del mayor propietario de activos del mundo. La cita de Fink relativa al dinero es la siguiente: “La sociedad exige que las empresas, tanto públicas como privadas, estén al servicio de un propósito social. Para prosperar con el paso del tiempo, las empresas no deben solo tener un buen desempeño financiero, sino también demostrar cómo contribuyen positivamente a la sociedad”.

Andrew Ross Sokin, reportero de finanzas de The New York Times, escribió un reportaje entusiasta y resumió el mensaje de Fink como “contribuye con la sociedad o arriésgate a perder nuestro apoyo”. Sin embargo, antes de emocionarme demasiado, hago una pausa para recordar que ya estuvimos ahí antes. Este es el cuarto año consecutivo en que la carta de Fink hace un llamado a favor de la sustentabilidad y el pensamiento a largo plazo. El discurso este año es aún más amplio, pero ha estado tocando estos temas desde hace algún tiempo.

Hay un importante problema estructural aquí. La mayoría de los billones de dólares de BlackRock son inversiones “pasivas”, que descansan tranquilamente en fondos indexados (e incluso BlackRock señala que los fondos pasivos tienen un impacto limitado en los precios de las participaciones). Así que, ¿qué puede hacer BlackRock para incrementar la presión? Le hice esta pregunta a Ross Sorkin en Twitter. Después de señalar que los fondos indexados no pueden mover capital, dijo: “Pueden hacer que se vote para sacar directores de los consejos”.

Aquí es quizá donde se pone más interesante el asunto. La idea de cambiar la composición de un consejo directivo era antes una amenaza bastante débil, pero el ascenso de los inversionistas activistas ha puesto a las empresas mucho más nerviosas.

De hecho, el año pasado BlackRock votó en contra de dos directores de ExxonMobil en apoyo de la resolución de un accionista de obligar al gigante petrolero a “informar sobre el impacto de las medidas globales diseñadas para mantener el cambio climático en el umbral acordado de los dos grados centígrados”. BlackRock, Vanguard y State Street Global Advisors ayudaron al éxito de la resolución con su 18% combinado de las acciones de la empresa. Estas voces, alguna vez “pasivas”, se han vuelto mucho más activas.

Vale la pena detenerse a señalar la lógica financiera de apoyar una resolución como esta. BlackRock y otros inversionistas están en esto por el dinero, como siempre. Están cumpliendo con su responsabilidad fiduciaria. Así que me siento optimista de que tales acciones continúen, puesto que el argumento de la responsabilidad social se alinea cada vez más perfectamente con el financiero.