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Filantropía para los 'hackers”, los consejos de un experto

  • 21 julio 2015 /

Sean Parker, cofundador de Nasper y expresidente de Facebook, creó la Parker Foundation con un aporte de $600 millones y revela su estrategia filantrópica

Washington, Estados Unidos.

En las últimas décadas se ha producido un cambio monumental en la distribución de la riqueza del planeta.

Una nueva élite global, encabezada por pioneros de las telecomunicaciones, la computación personal, los servicios de Internet y los dispositivos móviles, ha acumulado un patrimonio neto agregado de casi $800,000 millones de los $7 billones en activos en posesión de las 1,000 personas más acaudaladas del mundo.

Los magnates de esta era conectada tienen una característica en común: son hackers.

Casi sin excepciones, las principales empresas que dominan nuestras vidas sociales en Internet fueron fundadas por emprendedores que tuvieron vínculos con la actividad hacker.

Todavía me considero parte de ese grupo. Una vez que se adopta la mentalidad de un hacker cuesta mucho abandonarla.

A medida que los integrantes de la élite de hackers acogen sus responsabilidades sociales es importante tener en cuenta algunas lecciones para que no nos dejemos absorber por las densas instituciones del pasado y perdamos nuestra ventaja.

Empiece a dar pronto. No hay mejor momento para empezar que el presente. La juventud y la filantropía no se han mezclado históricamente, y los filántropos jóvenes de hoy están dispuestos a trabajar de manera energética y sin preocuparse de enajenar a la clase dirigente.

Es importante que los hackers sean fieles a los valores que los hicieron exitosos en primer lugar: el escepticismo de la clase dirigente y un deseo de provocarla o transformarla.

Los hackers que entran a la élite global deberían interpretar las donaciones de caridad como su recompensa, no como un medio para ser aceptados por las mismas estructuras sociales a las cuales ellos han pretendido demoler.

Utilice el capital rápidamente. La única forma de evitar trampas de descomposición filantrópica es desplegar recursos de manera rápida, en respuesta a los problemas actuales.

Esto significa gastar todos sus activos filantrópicos durante su vida, sin preocuparse por dejar un legado institucional.

El acto de transferir riqueza a un vehículo caritativo exento de impuestos nunca debería ser un fin en sí mismo.

Vea en vida la materialización de algunas, o todas, sus ambiciones filantrópicas. Wikipedia fue una de las primeras organizaciones sin fines de lucro con una misión de organizar los conocimientos del mundo.

Este era un problema que Andrew Carnegie comprendió un siglo antes y lo abordó construyendo bibliotecas. Quizá si hubiera vivido para ver Internet, habría fundado Wikipedia.

Nunca lo sabremos, pero la fundación que lleva su nombre siguió financiando bibliotecas después de que Internet las volvió obsoletas.

Permanezca pequeño pero apueste en grande. Su principal ventaja comparativa en relación al Gobierno y el sector privado es la eficiencia y la agilidad; no la derroche convirtiéndose en una institución grande.

Los directores ejecutivos de la mayoría de las fundaciones privadas, fondos de beneficencia y otras instituciones sin fines de lucro, están dedicados antes que nada a la preservación de recursos y reputaciones de las instituciones que dirigen.

Esto se logra mediante la creación de capas de burocracia para gestionar la institución e impedir que asuma riesgos excesivos.

En consecuencia, muchas fundaciones privadas grandes se vuelven lentas, conservadoras y lastradas por capas de una burocracia permanente. Los hackers filántropos deben resistir el deseo de institucionalizarse y nunca deben dejar de realizar grandes propuestas.

Concéntrese en problemas que se pueden hackear. Los hackers se ven atraídos a problemas que están listos para ser resueltos, en donde tienen algún conocimiento único o una estrategia innovadora que no ha sido ensayada.

Los problemas más interesantes en la tecnología no parecían glamorosos ni atractivos para los inversionistas en un inicio.

Foto: La Prensa

En 1999, el mundo se preguntaba por qué necesitábamos otro motor de búsquedas y Google pasó a ser el actor de Internet predominante en la próxima década.

Este es el punto central de la mentalidad hacker: hackeamos sistemas que pueden ser hackeados e ignoramos el resto.

Por ejemplo, a mí me preocupan profundamente los sufrimientos de los refugiados y los peligros del calentamiento global, aunque no pretendo tener ideas especiales sobre cómo abordarlos.

Siga la lógica del mercado. En el trabajo filantrópico, los hackers deben preguntarse constantemente si están aprovechando al máximo sus inversiones.

¿Están obteniendo más de lo que están invirtiendo? ¿En un tema particular, tienen una ventaja competitiva?

Es importante tratar a la filantropía como una serie de riesgos calculados. No toda aportación rendirá frutos, algunas terminarán fracasando, y otras, cuando prosperen, deberán generar retornos exponenciales.

En este modelo, equivocarse es tan valioso como acertar. Nada funciona siempre y los que ingresan al mundo de la filantropía serán escépticos sobre cualquier afirmación que no pueda ser invalidada. Entre a la política.

Las intervenciones políticas podrían parecer sucias, con el potencial de enlodar su reputación, sin embargo, muchos de nuestros mayores problemas tienen una dimensión política.

Algunos de los filántropos más eficaces de la última generación han ganado tantos enemigos como amigos; no obstante, su visibilidad y audacia política han expandido su alcance.

Han tenido la valentía de poner su riqueza en juego por sus convicciones políticas, y en muchos casos sin los beneficios de exenciones tributarias que los filántropos más convencionales obtienen.