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China y Estados Unidos se acercan, pero siguen guardando muchas reservas

  • 12 noviembre 2014 /

La hoja de ruta para el progreso en las rela­ciones diplomáticas entre los países se basa en destacar las áreas en las que pueden alcanzar acuerdos.

Nueva York, Estados Unidos.

Las muestras de cooperación durante el en­cuentro entre el presidente Barack Obama y su par chino Xi Jinping fueron el producto de meses de reuniones discretas entre funciona­rios de rango medio de Washington y Beijing a quienes se les encargó escribir los primeros renglones de un nuevo capítulo en las relacio­nes entre Estados Unidos y China, según altas autoridades estadounidenses.

Lo que Xi describió como “un nuevo mode­lo” para las relaciones bilaterales ya está pa­sando su primera prueba. El miércoles, Obama viajó a Myanmar, donde los intereses estraté­gicos de ambos países chocan. Los aliados de Washington en la región, que Obama ha cul­tivado en los últimos años como una mane­ra de contrarrestar el poder de China, están confundidos con el aparente nuevo tono de las relaciones entre dos países que hasta hace tres meses intercambiaron advertencias omi­nosas luego de que en agosto un avión chino voló muy cerca de una aeronave de vigilancia estadounidense.

La hoja de ruta para el progreso en las rela­ciones diplomáticas entre las dos economías más grandes del mundo, forjada por Obama y Xi en los últimos 18 meses, se basa en destacar las áreas en las que pueden alcanzar acuerdos y a la vez mostrar moderación en otros asuntos que generan preocupación.

“Es un proceso de establecer límites y enfo­carse en donde se puede lograr avances”, dijo un alto funcionario del gobierno de Obama.

Eso ha significado concentrarse en emi­siones de dióxido de carbono, cooperación militar, viajes, comercio y hacer menos hin­capié, por el momento, en preocupaciones sobre el gobierno comunista en Beijing y sus políticas respecto de los derechos humanos, su minoría tibetana, las protestas en Hong Kong y las contiendas territoriales en los ma­res de China Meridional y Oriental.

Este enfoque conlleva riesgos obvios. Las autoridades estadounidenses aceptan que a pesar de la predisposición de Xi a co­laborar en temas que China ha eludido por años, el mandatario asiático podría cambiar de dirección.

“No sabemos si es estratégico o táctico”, dice Doug Paal, vicepresidente de estudios en el Fondo Carnegie para la Paz Internacional y ex miembro del Consejo Nacional de Segu­ridad bajo los gobiernos de Ronald Reagan y George H.W. Bush. “Quizás están jugando en dos direcciones”.

Las negociaciones entre ambas partes tenían límites, a pesar de una muestra im­presionante de concordancia durante una in­usual conferencia de prensa conjunta entre Obama y Xi. Funcionarios de ambos países trataron en vano de llegar a un consenso so­bre los aranceles a equipos solares y un pacto de cooperación militar sigue inconcluso.

“Una cosa es segura: China y EE.UU. pueden ponerse de acuerdo sólo en temas fáciles”, dice Shi Yinhong, un experto en relaciones entre los dos países de la Universidad de Renmin, en Beijing. “Cada cumbre puede mejorar la re­lación, o la atmósfera, por semanas o incluso meses, pero después, la relación sigue tenien­do sus vicisitudes”.

Un punto crítico este año tuvo lugar en marzo, cuando Obama envió a Xi una extensa carta delineando un cronograma para las rela­ciones bilaterales para los próximos años. Los funcionarios de la Casa Blanca pasaron me­ses redactando la carta. Luego, en una visita del secretario de Estado, John Kerry, a China en febrero, se propuso la idea de un acuerdo sobre el clima.

Cuando los dos presidentes se reunieron en marzo en La Haya en el marco de una cumbre sobre seguridad nuclear, Obama puso sobre la mesa el tema del cambio climático pero Xi no dio señales de estar interesado en el tema, dije­ron funcionarios estadounidenses. Sin embar­go, a mediados de septiembre, China pidió una reunión entre su primer ministro, Li Keqiang, y Obama en la Asamblea General de las Nacio­nes Unida en Nueva York. Li tenía un mensaje de Xi para Obama: “Hagámoslo”.

Funcionarios de ambos países continua­ron negociando por varias semanas. Cuando Obama abordó el avión presidencial el do­mingo en la mañana para Beijing, sabía que tenía un acuerdo climático con Xi, revelan sus asesores. Lo que no sabía era qué tan sig­nificativo sería.

Xi le dijo a Obama que el acuerdo estaba listo durante su cena de casi cinco horas el martes.
El acuerdo de EE.UU. y China de extender las visas de negocios a 10 años quedó cerrado en agosto, según altos funcionarios estadouni­denses, tras un mes de conversaciones. Pero la extensión para la visa de estudiantes no fue alcanzada hasta la semana pasada.