París, Francia
Tras los atentados contra la revista satírica Charlie Hebdo y la ola de solidaridad que desató en todo el mundo, algunos intentan lucrarse comprando y vendiendo nombres de dominios en Internet.
Es el caso de la dirección “charliehebdomassacre.com”, creada el mismo día del atentado y que todavía está en venta, o “je-suischarlie.com”, por la que piden 349 euros en la plataforma alemana de intercambio de nombres de dominio Sedo.
Esta empresa, uno de los principales sitios de venta y reventa de nombres de dominio, registró un volumen de operaciones superior a los 70 millones de dólares (60.3 millones de euros) en 2013 y de cerca de 36 millones de dólares en el primer semestre de 2014.
Los vendedores de dominios en Internet sueñan con batir récords como el del propietario de la dirección sex.com, que en 2013 se vendió por 13 millones de dólares, o el de porn.com, negociado en 2007 por 9.5 millones de dólares.
Pero las transacciones son poco frecuentes: 37,000 en 2013 y 16,000 entre enero y junio de 2014 en Sedo, que tiene 18 millones de nombres de dominio para vender y dos millones de vendedores.
Tras los atentados que dejaron 17 muertos en una semana en París, aparecieron otros nombres de dominio a la venta como “charliehebexecute.fr” (charliehebejecutado.fr) o “charliecoulibaly.fr”, cuyo precio ha pasado de 15.99 euros a 6.99 euros en GoDaddy, una de las principales empresas registradora de dominios del mundo.
Libre comercio. “El comercio es libre”, observa Charles-Edouard Pezé, abogado de Gandi, el segundo registrador de dominios en Francia. “Tenemos que tratar todas la solicitudes de manera neutral y pasiva. El principio es que el primero que llega se lo lleva”, explica.
Esta regla, sin embargo, tiene excepciones. Desde marzo de 2013, los titulares de marcas registradas pueden reclamar sus derechos ante el Incann, un organismo creado por el regulador mundial de Internet. Al mismo tiempo están naciendo cada día nuevas extensiones, como “.xyz”, “.club” o “.berlin”, que multiplican el número de denominaciones y limitan los intentos de extorsión de los “ciberocupas” (los que registran un nombre de dominio popular para revenderlo luego).
