Los convenios de granos básicos entre los productores y la agroindustria han ayudado a sustituir las importaciones en el país, asegura en una entrevista con LA PRENSA María Antonia Rivera, directora ejecutiva de la Asociación de Productores de Alimentos Balanceados (Aproaba).
No obstante, hay grandes desafíos que superar.
El objetivo es dejar las reglas claras sobre la calidad, precio, tiempo de entrega del producto, entre otros. Para nosotros la agricultura contratada le da certeza a los agricultores de que van a vender su producción en base al convenio de grano. En este momento tenemos tratado con productores de maíz blanco y amarillo, frijol, arroz y sorgo.
Llevamos 12 años firmando este tipo de acuerdos, aunque creemos que debemos innovar las reglas para generar que el sector se vuelva más eficiente y competitivo, sobre todo en zonas de alta producción como en Olancho.
Sí, pero aún falta mucho por hacer. En el caso del maíz blanco, arroz, sorgo y frijoles es poco lo que se importa. Cabe resaltar que en la producción de alimentos balanceados la principal materia prima es el maíz amarillo, y en Honduras hace apenas tres años que se está desarrollando este tipo de siembra. Este año hubo un crecimiento, pero no es suficiente para reducir las importaciones que realizamos. Estamos incentivando a los productores a expandir este cultivo, que garantiza la compra siempre y cuando cumplan con la calidad que requiere la industria.
Sí, pero no a corto plazo, porque se necesita una unión entre productores, industria y Gobierno para aumentar la producción de granos básicos.
Nos falta trabajar en equipo, tenemos que pensar en tecnificar el sector agrícola y buscar mejorar la calidad. Además de agilizar los trámites en las oficinas de Gobierno. Mientras más nos tecnifiquemos seremos más competitivos.
La Empresa Nacional Portuaria ha mejorado en el aspecto que se descarga más rápido, pero hay problema en los otros actores de la cadena logística. De nada sirve que exista un operador eficiente si el resto de las oficinas de transporte, aduanas y el Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (Oirsa), entre otros, siguen con procesos tediosos y lentos. Los costos en la portuaria se han incrementado en un 96% en relación con 2013, porque el precio de sobreestadía de un barco es de $25 mil.
Desde el año 2000 se inició el proceso de la solicitud de certificación para exportar pollo hacia Estados Unidos. Durante todos estos años tuvimos visitas de las autoridades estadounidenses, y ellos han corroborado la excelente calidad y prácticas que tienen las plantas, pero hay observaciones a nivel de instituciones gubernamentales sobre laboratorio y del personal técnico, este último por la inestabilidad que tienen por los cambios de carácter político. Sin embargo, en este momento, después de la última visita, creemos que sí lograremos cumplir con esa meta. Se está a la espera de que el Gobierno de Estados Unidos dé luz verde a las exportaciones.