San Pedro Sula, Honduras.
Eduin Figueroa importó hace tres años de Estados Unidos una impresora 3D para elaborar prototipos de piezas que le solicitaban sus clientes; pero al final, este ingeniero eléctrico convirtió el novedoso artefacto en conejillo de indias que ahora le está redituando frutos inesperados.
En 2016, Figueroa, con maestría en Informática y Automatización Industrial, tiene en el baúl de los recuerdos ese aparato de aspecto rústico porque, ahora, él fabrica sus propias impresoras 3D e incluso drones que aspira comercializar en toda Latinoamérica.
Para Figueroa (de 37 años), este no es un sueño, es una realidad, él ya le desarrolló el primer drone a la Universidad de Uruguay y antes de que finalice 2016 llevará unas 10 impresoras 3D a varias empresas para que ellas puedan constatar su calidad.
El inicio
Antes de comenzar esta nueva aventura empresarial, Figueroa desempeñó el cargo de gerente general para Centroamérica de la compañía norteamericana TechSource que, en 2011, cerró abruptamente operaciones en Villanueva, Cortés, a causa de la crisis política de 2009. Tras marcharse TechSource, dedicada al ensamblaje, montaje y reparación de equipo eléctrico y electrónico, Figueroa tuvo que iniciar su propia firma que bautizó con el nombre de Singtec y durante los últimos cinco años se ha dedicado a prestar el servicio de automatización industrial a empresas de Honduras.
“Hace tres años nos vimos en la necesidad de adquirir una impresora 3D porque nosotros les hacemos a nuestros clientes prototipos de componentes electrónicos; pero tuve una mala experiencia de usuario, nos costó aprender a usarla”, relató.
Figueroa decidió hace dos años estudiar y analizar la impresora hecha en Estados Unidos (estructurada con piezas de madera, plástico y metal) con la intención de crear su propia máquina.
“Nosotros vimos que no era complicado y nos dimos cuenta que las piezas estaban disponibles en el mercado, así decidimos desarrollar la nuestra”, dijo Figueroa, que ha tomado cursos en tecnología en Estados Unidos y Brasil.
Figueroa, quien también es profesor de la Universidad Tecnológica de Honduras (UTH), ha logrado constituir un equipo de personas especialistas en Informática, Mecatrónica y Electrónica. Algunos son exalumnos.
A través de Singtec, él le vende servicios, entre ellos de automatización, a empresas industriales, y con parte de las ganancias del negocio financia las investigaciones y el desarrollo de las impresoras 3D y drones. Con la primera impresora que fabricó ha hecho otras, pequeños robots y parte de las piezas con las cuales arma los drones.
Competencia
Figueroa confía en que puede competir en el mercado de Centroamérica porque sus impresoras pueden ser adquiridas a un precio más bajo que las hechas en Estados Unidos.
Las máquinas más sofisticadas elaboradas por este hondureño, una vez que entren al mercado, podrían ser comercializadas a precios que oscilarán entre los $1,800 y $2,000, cantidades inferiores a los $3,200 que pagaría una persona por importarla.
Reniery Medina (de 45 año, asesor de ventas de Singtec, alberga las esperanzas de que ellos serán los pioneros en Centroamérica en la fabricación y comercialización de impresoras 3D.
“Para nosotros, en este momento, el cielo es el límite. En Centroamérica nadie está haciendo impresoras 3D”, dijo este técnico en Electrónica.
En el ámbito de los drones, Figueroa y su equipo tienen un escenario distinto. Por ahora no pueden competir con los aparatos hechos en Estados Unidos porque sus costos de producción son de $1,800. Ellos están buscando las fórmulas para minimizar los costos de producción y lograr precios más bajos.
Eduin Figueroa importó hace tres años de Estados Unidos una impresora 3D para elaborar prototipos de piezas que le solicitaban sus clientes; pero al final, este ingeniero eléctrico convirtió el novedoso artefacto en conejillo de indias que ahora le está redituando frutos inesperados.
En 2016, Figueroa, con maestría en Informática y Automatización Industrial, tiene en el baúl de los recuerdos ese aparato de aspecto rústico porque, ahora, él fabrica sus propias impresoras 3D e incluso drones que aspira comercializar en toda Latinoamérica.
Para Figueroa (de 37 años), este no es un sueño, es una realidad, él ya le desarrolló el primer drone a la Universidad de Uruguay y antes de que finalice 2016 llevará unas 10 impresoras 3D a varias empresas para que ellas puedan constatar su calidad.
La impresora vieja que importaron de Estados Unidos.
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Antes de comenzar esta nueva aventura empresarial, Figueroa desempeñó el cargo de gerente general para Centroamérica de la compañía norteamericana TechSource que, en 2011, cerró abruptamente operaciones en Villanueva, Cortés, a causa de la crisis política de 2009. Tras marcharse TechSource, dedicada al ensamblaje, montaje y reparación de equipo eléctrico y electrónico, Figueroa tuvo que iniciar su propia firma que bautizó con el nombre de Singtec y durante los últimos cinco años se ha dedicado a prestar el servicio de automatización industrial a empresas de Honduras.
| $530
Por aprender y comprar
Figueroa llevará impresoras Sintec Prusa i3 a Unitec para que cualquier persona interesada reciban un curso (24 y 25 de junio) para aprender a armarlas y, al final, se queden con ellas.
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“Hace tres años nos vimos en la necesidad de adquirir una impresora 3D porque nosotros les hacemos a nuestros clientes prototipos de componentes electrónicos; pero tuve una mala experiencia de usuario, nos costó aprender a usarla”, relató.
Figueroa decidió hace dos años estudiar y analizar la impresora hecha en Estados Unidos (estructurada con piezas de madera, plástico y metal) con la intención de crear su propia máquina.
Esta máquina imprime piezas en polímeros, su nombre está en proceso de registro.
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Figueroa, quien también es profesor de la Universidad Tecnológica de Honduras (UTH), ha logrado constituir un equipo de personas especialistas en Informática, Mecatrónica y Electrónica. Algunos son exalumnos.
A través de Singtec, él le vende servicios, entre ellos de automatización, a empresas industriales, y con parte de las ganancias del negocio financia las investigaciones y el desarrollo de las impresoras 3D y drones. Con la primera impresora que fabricó ha hecho otras, pequeños robots y parte de las piezas con las cuales arma los drones.
A esta impresora que fabricaron le han denominado Sintec Prusa i3.
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Figueroa confía en que puede competir en el mercado de Centroamérica porque sus impresoras pueden ser adquiridas a un precio más bajo que las hechas en Estados Unidos.
Las máquinas más sofisticadas elaboradas por este hondureño, una vez que entren al mercado, podrían ser comercializadas a precios que oscilarán entre los $1,800 y $2,000, cantidades inferiores a los $3,200 que pagaría una persona por importarla.
Reniery Medina (de 45 año, asesor de ventas de Singtec, alberga las esperanzas de que ellos serán los pioneros en Centroamérica en la fabricación y comercialización de impresoras 3D.
| Los frutos de un proyecto
Eduin Figueroa participó en Alfa Gaviota, proyecto financiado por la Unión Europea para desarrollar tecnología en las universidades latinas.
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“Para nosotros, en este momento, el cielo es el límite. En Centroamérica nadie está haciendo impresoras 3D”, dijo este técnico en Electrónica.
En el ámbito de los drones, Figueroa y su equipo tienen un escenario distinto. Por ahora no pueden competir con los aparatos hechos en Estados Unidos porque sus costos de producción son de $1,800. Ellos están buscando las fórmulas para minimizar los costos de producción y lograr precios más bajos.