04/12/2025
08:31 AM

'Vendo baleadas desde los nueve años”: doña Estelina

Estelina Madrid comenzó con un pequeño puesto de baleadas en Guamilito, del cual nacieron cinco negocios más.

San Pedro Sula, Honduras

En un puesto del ala oeste del mercado Guamilito, pendiente de cada detalle del bufé que ofrece, encontramos a Estelina Madrid (62), famosa en San Pedro Sula por vender baleadas y comida típica.

La amabilidad y sencillez que la caracterizan son la clave del éxito de su negocio, el cual ha expandido cinco veces en distintas zonas de la ciudad, todos bajo la marca Estelina’s.

Los clientes regresan una y otra vez seducidos por el sabor de la comida y por el trato personalizado que reciben.

“Es importante atender a la gente siempre con una sonrisa y hacerlos sentir como en su casa. Aquí hacemos todo con amor y los precios son accesibles para cualquiera”, dijo la experta en cocina.

La vida de esta emprendedora no fue fácil. Desde que tenía nueve años vendía -junto a su madre- baleadas en la tercera avenida de barrio El Centro para poder sobrevivir luego de que su padre las abandonó.

“Comenzábamos a vender a las seis de la tarde y terminábamos a la una de la madrugada, ganábamos 15 lempiras al mes. Los trabajadores de los campos bananeros eran los que llegaban a medianoche a buscar comida. No pude seguir estudiando, solo llegué hasta segundo grado, pero gracias a Dios mi madre me enseñó el valor del trabajo”, recordó con nostalgia.

Como una mala jugada del destino, doña Estelina también fue madre soltera. Su esposo la abandonó con los tres hijos que procrearon.

La esperanza de sacar adelante a sus hijos y su actitud catracha la impulsaron a luchar.

Hace 32 años puso su puesto de baleadas en el mercado Guamilito.

“Hubo tiempos difíciles, pero tenía la esperanza que Dios me ayudaría a salir adelante. Yo siempre he creído que uno debe soñar en grande para vivir en grande”, dijo.

Poco a poco el negocio fue ganando clientela y diversificándose; hoy vende todo tipo de comida, pero las baleadas siguen siendo las más solicitadas. “Gracias a Dios logré tener estabilidad. De este negocio pude pagar el estudio de mis hijos y generar 110 puestos de trabajo”, comentó esta dama con actitud catracha.

Todos los hijos de doña Estelina siguieron sus pasos: se dedican a la venta de comida y con ello sostienen sus hogares.

“El mejor legado que le puedo dejar a mis hijos es el amor por el trabajo”. El día de esta empresaria comienza a las cinco de la mañana y termina a las once de la noche: se levanta para supervisar la preparación de todos los platillos que vende y que todo esté listo en el negocio para abrir sus puertas. Pese a que sus hijos quieren que deje de trabajar, ella dice que lo seguirá haciendo hasta su último suspiro.