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La gran cosecha de China presiona el mercado internacional de los granos

  • 27 agosto 2014 /

Este año, mientras los agricul­tores se preparan para comenzar sus cosechas, el país se encamina a su decimoprimer año consecu­tivo de abundancia de granos.

Nueva York, Estados Unidos.

China ha pasado de vivir perío­dos de escasez y hambrunas hace sólo unas décadas a una productivi­dad agrícola que es celebrada como un éxito por el gigante asiático.

Este año, mientras los agricul­tores se preparan para comenzar sus cosechas, el país se encamina a su decimoprimer año consecu­tivo de abundancia de granos. Sin embargo, la producción es dema­siado alta incluso para el país más poblado del mundo, lo que ha des­bordado los depósitos y plantea un dilema para las autoridades.

Estimaciones de medios esta­tales indican que el gobierno ten­drá una reserva de 150 millones de toneladas de granos que incluyen tres de los cultivos más importan­tes de China: arroz, trigo y maíz. La cifra duplica los 75 millones de to­neladas del año pasado y aumenta la sobreabundancia de commodi­ties agrícolas que está socavando los precios.

“Los funcionarios chinos siem­pre hablan de tener una gran co­secha”, dice Fred Gale, economista del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). “Eso suena como algo bueno, ya que se han preocu­pado porque la oferta siga el ritmo de la demanda. Pero ahora, China parece estar teniendo problemas con excedentes de la mayoría de sus commodities”.

La abundancia de granos es motivo de elogio en el país. Sin em­bargo, China está gastando mucho más de lo necesario para alimentar a sus habitantes y se verá obliga­da a vender sus excedentes en un mercado global que ya sufre de un exceso de oferta.
La situación ha dejado expuesto el ineficiente y costoso programa de subsidios del gobierno diseña­do para mantener altos los ingresos de los agricultores. Beijing intenta encontrar la fórmula para proteger a sus residentes rurales al tiempo que reduce la producción de estas materias primas perecederas con el fin de ahorrar dinero y evitar que haya excedentes de suministros.

La sobreabundancia de Chi­na no podría haber llegado en un peor momento para los agriculto­res estadounidenses de maíz, que tendrían una cosecha récord de 14.000 millones de bushels (más de 355 millones de toneladas) se­gún el USDA. Los futuros de maíz han caído 15% este año tras de­rrumbarse 40% el año pasado, y la negativa de China a comprar maíz estadounidense ejercerá una ma­yor presión sobre los precios, afir­ma Jason Britt, presidente de la corredora Central States Commo­dities Inc. “(La falta de compras de) China ha sido un factor que ha contribuido a los precios bajos”, dice. “Ahora, la tarea del mercado es bajar a un nivel donde encon­tremos demanda”.

El tamaño preciso y los costos del programa de subsidios son difí­ciles de determinar. Datos oficiales muestran que China compra un ter­cio de la producción de maíz, mien­tras que estimaciones de medios estatales señalan que el gobierno gastó US$36.000 millones en los últimos dos años para realizar ad­quisiciones cuando los precios del mercado tocaron fondo.

“Las reservas son absolutamen­te gigantescas, muy por encima de cualquier cosa que se pueda justifi­car con un fundamento comercial”, dice Thomas Pugh, economista de Capital Economics en Londres. “Esos son bienes perecederos, así que empezarán a deteriorarse”. Pugh calcula que China posee al­rededor de 40% de las reservas de maíz del mundo. El país planea construir instalaciones de almace­namiento para guardar 50 millones de toneladas más de granos para 2015, según medios estatales.
Cerca de 70% del consumo de maíz de China se destina a la ali­mentación de ganado, conforme aumenta el apetito de los chinos por carne, y el resto es procesado en jarabe o almidón.

El problema es particularmente agudo este año, debido a un auge de la producción también en EE.UU. y un desplome de los precios allí a cerca de mínimos de cuatro años, mientras que las cotizaciones en China han permanecido elevadas debido a los subsidios. Eso crea un incentivo para que los operadores chinos importen maíz, lo que ele­va aún más el inventario de China, apunta Jikun Huang, director del Centro de Política Agrícola China, una entidad estatal en Beijing.

El maíz en la Bolsa de Commo­dities de Dalian se negocia a casi el triple del precio de los futuros en la Chicago Board of Trade.
Este año, China ha tratado de limitar las importaciones de maíz estadounidense, atribuyendo su decisión a la presencia de orga­nismos genéticamente modifica­dos (OGM). No obstante, Huang señala que los operadores le han encontrado la vuelta al importar otros sustitutos de pienso como cebada y sorgo.

No es fácil para China deshacer­se de estas enormes reservas y el go­bierno ha indicado que está al tanto del problema de la falta de silos.

“En el pasado, nos hemos enfo­cado en aumentar la producción y la calidad del grano (...) ahora ne­cesitamos reformas para comprar, vender y almacenar mejor, y así contribuir a la seguridad nacional”, dijo el primer ministro, Li Keqiang, según el sitio web de la Administra­ción Estatal de Granos.

“Es increíble que China pueda pasar por alto los OGM cuando las reservas son bajas, pero cuando tratan de proteger a sus agricul­tores o tienen un excedente, pue­den encontrar cualquier excusa. Son barreras comerciales, simple­mente llamémoslas por lo que son”, dice Britt.

En enero, el gobierno indicó que empezaría programas de prue­ba para el algodón y la soya —dos cultivos con menor importancia estratégica— para acabar con la acumulación de reservas e imple­mentaría un sistema de precios ob­jetivo, para que estén más determi­nados por el mercado.

“El gobierno se mueve en la di­rección correcta, paso por paso”, afirma Cherry Zhang, analista de maíz de Shanghai JC Intelligence Co. “Pero mucho depende de cómo resulten en la práctica los cambios para el algodón y la soya”.