Los países de la OPEP y sus socios, entre ellos Rusia, buscarán esta semana un acuerdo para seguir reduciendo su producción y apoyar los precios del petróleo, en un mercado mundial marcado por el auge del crudo estadounidense.
Todo apunta a que los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y varios productores externos al cartel renovarán este jueves en Viena su acuerdo de noviembre pasado.
Arabia Saudí, miembro del cartel, y Rusia, los dos principales productores mundiales, ya han anunciado que harán 'todo lo posible' para prorrogarlo, probablemente por un periodo de nueve meses, hasta marzo de 2018.
El pacto de noviembre, el primero importante en años de un cartel que parecía haber perdido su capacidad de influencia, llevó a 24 países de dentro y fuera de la OPEP a rebajar su producción en un total de 1.8 millones de barriles diarios (mbd) en relación a los niveles de octubre de 2016.
El resultado es un barril que ahora ronda los 50 dólares, un precio que sigue estando sin embargo a menos de la mitad del que alcanzó en 2014.
El ministro saudita del petróleo, Khalif al Falih (izq.) impulsa la prolongación del acuerdo durante nueve meses más.
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El principal responsable de la oferta abundante a nivel mundial es el petróleo de esquisto producido en Estados Unidos.
Frente a este competidor, la OPEP y sus socios buscan una difícil cuadratura del círculo para alcanzar un precio del barril que no sea ni demasiado alto ni demasiado bajo.
'No quieren hacer un corte dramático de producción, con el que los precios empiecen a subir y que a sus expensas se enriquezcan los americanos, los brasileños o los noruegos', apunta Escribano.
Al mismo tiempo un precio demasiado bajo pone en peligro las economías de los productores del Golfo o de países muy dependientes, como Venezuela.
Este era el panorama antes del acuerdo del año pasado, cuando la política de la OPEP de inundar el mercado para competir con el esquisto hizo caer el barril a niveles históricamente bajos.
Pero ahora la situación se ha invertido y la producción en Estados Unidos (de esquisto y convencional) ha pasado de 850,000 barriles al día en 2016 a 9.3 millones actualmente, rozando el récord histórico de 2015.