25/04/2024
10:31 PM

El incierto futuro del sector privado en Cuba

Las políticas de Trump y del régimen podrían reducir el flujo de fondos y turistas de EE.UU.

La Habana, Cuba.

Los dueños de negocios privados en Cuba, que se beneficiaron de un creciente flujo de fondos y turistas provenientes de Estados Unidos, ahora enfrentan un panorama incierto sobre si el dinero, y sus ganancias, seguirán llegando.

El presidente electo de EE.UU., Donald Trump, ha insinuado que podría revertir la apertura hacia la isla emprendida por Barack Obama desde 2014, que ha reducido el aislamiento económico del régimen de Raúl Castro. El propio Castro, por su parte, no ha dado indicio alguno a la incipiente clase empresarial de la isla de que se dispone a seguir adelante con las medidas que comenzaron hace seis años para facilitar alguna actividad privada en la economía.

Un tercio de los 5 millones de trabajadores cubanos están en el sector privado, incluyendo 522.000 pequeños empresarios, un aumento frente a los 150.000 de hace seis años. Gran parte del capital semilla de esas empresas proviene de las remesas que envían los cubanos en EE.UU. a sus familiares, un monto que se ha más que duplicado desde la llegada de Obama a la Casa Blanca en 2009. Los fondos sumaron US$3.400 millones en 2015, el último año del cual hay datos disponibles, una cifra que supera los ingresos de Cuba por concepto de exportaciones, señala Emilio Morales, director de Havana Consulting Group, una consultora de Miami.

Para muchos de los restaurantes, hostales, manicuras y cafeterías, los principales generadores de ingresos son los más de 3,5 millones de turistas que visitan la isla al año. Un número creciente de ellos procede de EE.UU. a partir de 2014. Además, a finales de 2015, el gobierno de Obama eliminó los límites al envío de remesas y al dinero que los ciudadanos estadounidenses pueden ingresar a Cuba.

Las pequeñas empresas cubanas, sin embargo, habitan un sector frágil y vulnerable a los cambios de política tanto en EE.UU. como en la isla.

Foto: La Prensa

Un hombre fabrica fichas de dominó en su hogar y taller en las afueras de La Habana.
Ser emprendedor sigue siendo un desafío cotidiano en Cuba, un país con una economía firmemente controlada por el Estado y un gobierno que ataca la idea de acumular riqueza.

Los dueños de restaurantes recorren La Habana en busca de ingredientes, mientras que los mecánicos hacen lo mismo en busca de repuestos. Los permisos y las regulaciones son estrictos y el gobierno se encarga de que las empresas no se expandan más de la cuenta. Importar sus necesidades es prácticamente imposible.
“Como negocio, nunca se sabe cuándo vas a quebrar y perderlo todo”, confiesa Yaylen Vilches, la administradora de 25 años del café restaurante El Dandy.

Si bien la estrategia del gobierno de Trump aún no es clara, la advertencia del magnate de bienes raíces de que podría revertir las políticas de Obama hacia la isla ha generado preocupación entre la emergente clase capitalista cubana. Algunos emprendedores señalan que la inversión ya está disminuyendo.

Yoandy Rizo, un arquitecto de 33 años, cuenta que su empresa en La Habana ha crecido rápidamente en los últimos años, en buena parte gracias a los contratos para rediseñar restaurantes para turistas y renovar viviendas compradas por exiliados cubanos en EE.UU. Rizo cuenta que la incertidumbre política hizo que un cliente suspendiera la renovación de una casa, un proyecto que les hubiera dado a él y a su equipo de carpinteros trabajo durante seis meses.

“Así que tengo en mis manos una crisis internacional debido a Donald Trump, pero también tengo una crisis interna”, afirma.

Más de un centenar de pequeños empresarios cubanos, desde dueños de restaurantes a manicuras, divulgaron el mes pasado una carta dirigida a Trump en la que le pidieron que no diera marcha atrás en la apertura hacia la isla.

Foto: La Prensa

Los pequeños negocios en Cuba, como estos puestos de comida, se han beneficiado del aumento del turismo.
“Como exitoso hombre de negocios, confiamos en que entenderá la importancia del vínculo económico entre países”, señaló la misiva, difundida en una conferencia de prensa en el Congreso estadounidense.

El impacto del flujo de personas y de capital desde EE.UU. a este país de 11 millones de habitantes ha sido trascendental y va mucho más allá de los elegantes hoteles donde las habitaciones cuestan cientos de dólares la noche, afirma Ted Henken, experto en la economía cubana del Baruch College de Nueva York.

“Mucha gente acude a lugares alejados, se aloja en casas privadas, come en restaurantes privados”, dice en alusión a los turistas. “Y por lo tanto ha sido un poderoso impulso para la comunidad empresarial”.

Enrique Núñez del Valle, por ejemplo, administra La Guarida, un pintoresco restaurante con capacidad para 100 comensales, un número alto para Cuba. Sentado en una mesa en la azotea del local, comenta que los ingresos les permiten vivir a él y 50 empleados y, a través de estos, ayudan a todo tipo de negocios. “Si hay un límite al flujo financiero, la que va a salir perjudicada es la gente”, advierte.

Rizo, el arquitecto, dice que comenzó el año con ocho proyectos y ahora tiene sólo tres. Sin embargo, no se da por vencido y considera ofrecer tours por la región occidental de Cuba. “No voy a esperar por una respuesta del gobierno cubano, o del estadounidense”, asevera. “La gente dice: ‘Tienes que esperar y ver lo que acontece’. Hemos estado esperando por 50 años”.