25/04/2024
01:06 AM

El hacedor de rayos olímpicos

Glen Mills es el entrenador de los campeones Usain Bolt y Yohan Blake.

Para triunfar en atletismo, como en cualquier otra disciplina, hay reglas, hay recetas, hay libritos. Y hay un tal Glen Mills.

Al entrenador Mills se le atribuye que su país, Jamaica, se haya hecho acreedor de más de 100 medallas olímpicas y del campeonato mundial en carreras de velocidad.

Le puso la cereza al pastel con medallas de oro y plata para dos de sus pupilos estrella: el campeón olímpico y récord mundial de los 100 metros planos, Usain Bolt, y el campeón mundial de la misma categoría, Yohan Blake.

Para lograrlo, mister Mills, como le dicen sus colegas, sudó esas medallas tanto como sus atlletas. Este jamaicano de 62 años no solo trabaja en atletismo. Lo respira, lo transpira, se alimenta, sueña... Y consigue resultados.

Si hay algo que se ha escrito sobre él, es que no le gusta que se escriba sobre él. O no se siente cómodo bajo la luz de los reflectores.

“(Mills) siempre está buscando ese algo más, eso que te hace diferente de los otros. Hace de cada atleta algo especial. Sin importar a cuántos conoce”, dice Cynthia Cooke, amiga de la infancia.

Esa vez, tieso y parco, Mills resistió como un campeón cada intento de las jóvenes de sacarle una sonrisa. “Le encanta hablar y es muy articulado. Simplemente no cree que estar en la palestra pública sea necesario”, comenta Cooke.

“No me importa si estoy en una habitación llena de gente y nadie nota que estoy ahí. No me importa que me ignoren”, le decía recientemente el entrenador al periódico The Guardian.

Algo difícil para la persona promedio, tomando en cuenta su contextura corpulenta, su tono de barítono y su “lánguido acento jamaicano”, como notara el periodista. Algo simplemente imposible para los atletas a su cargo.

“Si te dice que quiere que hagas diez de 150 metros, quiere que hagas diez de 150 metros. Si dices que algo no anda bien, va a preguntarte qué es, qué es lo que sientes exactamente. Sabe cuándo estás fingiendo o siendo flojo”, afirma Cooke.

Tampoco le gusta la habladera en el campo de entrenamiento, muy a pesar de Bolt, a quien “le gusta argumentar y conversar”.

Al interrogarlo sobre el secreto de su éxito, Mills lo atribuye a su obsesión por la técnica. “La velocidad es mi objetivo número uno”, dijo en la entrevista con The Guardian. “Amo lo que hago, trabajo duro, hago mucha investigación y trato de hacer lo mejor”.

“Siente que existe el manual, la prescripción, la receta que todos usan, pero siente que también tiene que haber algo más: siempre está buscando ese algo más, eso que te hace diferente de los otros. Hace de cada atleta algo especial. Sin importar a cuántos conoce”, dice Cooke.

Esto, y una dedicación sin reservas a sus corredores, le garantizan respeto y admiración. “Es su amigo, su mentor y su todo. Todo los planes que hacen para su vida quieren consultarlos con Míster Mills”, agrega.

Así que podría decirse que la pista es su casa y los atletas son su familia. Mills nunca se casó ni tuvo hijos.

Sus allegados están llenos de historias sobre su generosidad hacia los jóvenes que entrena.