03/05/2024
12:33 AM

El hombre que Hitler nunca olvidó

Desacreditó las teorías del Führer que quería demostrar la supremacía aria con la cita olímpica.

Jesse Owens es el atleta negro estadounidense que supo hacer historia en el deporte mundial frente a los ojos de Adolf Hitler en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

James Cleveland Owens fue el séptimo de los once hijos de Emma y Henry Owens, un granjero hijo de esclavos. A los ocho años se muda con su familia a Cleveland, Ohio, y fue bautizado Jesse en esa ciudad por una maestra que no lograba entenderle a Owens cuando le decía que se llamaba “J.C.” debido al acento.

Comenzó su carrera dentro del atletismo en 1928 cuando bajó la marca intercolegial de salto en alto e igualó la de 100 metros (con 9.4 segundos) en 1933. Con estos antecedentes, muchas universidades trataron de convencer a Jesse de que formara parte de sus equipos, pero el atleta estadounidense se inclinó por la Ohio State University, donde consigue trabajo para él (mientras tanto se dedicó a diferentes oficios, fue zapatero y repartidor de verduras, entre otras cosas) y para su padre.

Durante esa época sufrió los efectos de la segregación racial en Estados Unidos y en viajes con el equipo de la Universidad se vio obligado a comer en restaurantes para negros y utilizar las puertas de servicio y escaleras de emergencia para acceder a los hoteles.

45 minutos de gloria

Ocurrió el 25 de mayo de 1935. Ese fue el día en que Jesse Owens dejó de ser un joven desconocido para convertirse en estrella mundial del atletismo.

En solo 45 minutos batía cuatro records mundiales durante una competición estatal celebrada en Michigan. Y lo hacía descansando solo entre nueve y 15 minutos entre prueba y prueba: 100 metros lisos (9.4 segundos), salto de longitud (8.13 metros), 220 yardas (20.3 segundos) y 220 yardas vallas (22.6 segundos) y se convirtió en la primera persona que bajaba de los 23 segundos en esta última prueba.

Decide formar parte del equipo estadounidense en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, conocidos también como las “Olimpiadas de Hitler”. Alemania esperaba por una de las proezas más grandes del deporte mundial.

La capital alemana fue testigo de las cuatro medallas doradas obtenidas por Owens en el estadio Olímpico. El estadounidense triunfó en los 100 y 200 metros, salto en largo y fue clave en el equipo de los Estados Unidos que obtuvo la victoria en la posta 4×400.

Históricamente se cuenta que cuando Jesse Owens pasó frente al palco de Adolf Hitler, el führer ni siquiera hizo un gesto para saludarlo. Sin embargo, en su biografía, el atleta comentó: “Cuando pasé, el canciller se levantó, me saludó con la mano y yo le devolví la señal. Pienso que los reporteros tuvieron mal gusto al criticar al hombre del momento en Alemania”.