11/05/2024
05:43 AM

Opinión: El terrible daño que le hacen al Olimpia

Columna de opinión de Nelson García, jefe de Redacción de Diario LA PRENSA.

Para convertirse en inmortal, Federer necesitó a Nadal y a Djokovic. El español al suizo y al serbio, y este a Su Majestad y a La Fiera.

El Real Madrid forjó su grandeza gracias al Barcelona. Boca Júniors gracias a River Plate, Saprissa tuvo en Alajuela y Herediano a grandes rivales que lo obligaron a sacar lo mejor de sí.

Michael Jordan se convirtió en el mejor de todos los tiempos gracias a sus épicas batallas con los Celtics de Larry Bird, con los Lakers de Magic Johnson y Kareem Abdul Jabbar, con los Jazz del “Cartero” Malone y Stockton y con los “Chicos Malos” de Detroit Pistons, encabezados por Isiha Thomas, Bill Laimbeer y el Gusano Rodman.

Mohamed Ali no fuera el mito que es hoy sin sus memorables combates contra Joe Frazzier y George Foreman.

En resumen, siempre, un gran equipo o una súper estrella, necesitó alimentarse de la calidad del otro para ser mejor, para convertirse en leyenda, para entrar en la historia.

Y en Honduras, ¿quién es el gran rival del Olimpia? Nadie, no tiene. Está solito en la cima. Es tanta su hegemonía (36) que dobla en títulos a Motagua (18), tiene 24 más que Real España y 27 más que Marathón.

Seamos sinceros, en Honduras, Olimpia no juega clásicos contra nadie. Su único clásico, clásico, es el Saprissa y es a nivel centroamericano.

El daño que le han hecho los “tres grandes” al Viejo León es enorme, incuantificable y significativo. Ninguno lo obliga a esforzarse, muchos títulos los ha ganado caminando y cuando no da la vuelta olímpica es por el excesivo relajamiento que le genera su aplastante dominio.

Los otros “tres grandes” se inmolan solos. No tienen misión ni visión, por eso sus fuerzas básicas son improductivas; son, casi siempre, un desastre en lo administrativo o económico y arrastran una mayúscula ausencia de logros.

Al Olimpia, todos, hasta los anti, deberían de quererlo, aunque sea un poquito, pues mantiene vivo al fútbol hondureño con sus equipos de lujo, su fervorosa afición y su gloriosa casta con la que ha hecho posible lo imposible, como doblar en cuatro días a Toluca y Pachuca y ganar el boleto al Mundial de Clubes, celebrar dos títulos de Concacaf, obtener infinidad de títulos centroamericanos y doblegar en numerosas ocasiones a sus más encopetados visitantes, tanto de Europa como de América del Sur, como ocurría en los ahora ya lejanos años 60 y 70.

Por eso, molesta la parsimonia con la que encaró el actual torneo centroamericano y su temprana eliminación. Pero lo dicho, Olimpia pierde, algunas veces, el hambre de ganar, porque de tanto hacerlo, por la debilidad de los otros “tres grandes”, que sus jugadores, entrenadores y dirigentes, piensan que solo basta con el nombre y en algunos partidos ni siquiera quieren correr, preparar mejor la estrategia o fichar.

Pero en Olimpia no hay tiempo para lamentos; entonces, lo que debería de hacer para olvidar este trágico inicio de semestre, es reivindicarse con su gente, ganando invicto este aburrido torneo en el que a los rivales chicos les mete seis con su equipo B y en el que a dos de los “grandes” ya les ganó con apenas el color blanco de su histórica camiseta.