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El niño que obraba milagros

  • 07 marzo 2019 /

Ole Gunnar Solskjaer contaba 23 años cuando recaló en el club de Old Trafford

Londres, Inglaterra.

En la vida, el cine o el fútbol, siempre ha habido actores secundarios que han vivido a la sombra de los que acaparaban toda la atención. Piezas necesarias para la función final, pero nunca clasificadas a la altura de sus titulares.

Le ocurrió a Antonio Salieri a la sombra de Wolfgang Amadeus Mozart cuando se trata de música, a secundarios como Robert Duvall y Al Pacino en 'El Padrino', engullidos por el premiado Marlon Brando, y le pasó toda su carrera deportiva a Ole Gunnar Solskjaer, el hombre con cara de niño que devolvió al Manchester United a la gloria, tanto este miércoles como hace casi veinte primaveras.

Solskjaer contaba 23 años cuando recaló en el club de Old Trafford procedente del Molde noruego. Allí era una estrella, un ávido goleador que deslumbró a Alex Ferguson y que le valió el rol de suplente en un equipo que ya dominaba en Inglaterra.

Era la última temporada de Eric Cantona con los 'Diablos Rojos', pero la puerta de la titularidad se le cerró en verano con la contratación de Teddy Sheringham, quien contaba con el respaldo de haber costado más de el doble que Solskjaer.

Sus cifras no defraudaron y se hizo con 18 goles en la Premier League, siendo el delantero más prolífico del campeón liguero, pero no le valió para convertirse en el delantero titular. Era el suplente de oro para Ferguson y así transcurrió su segunda temporada, superado por Andy Cole y de Sheringham.

Utilizado habitualmente como revulsivo y sin armar ningún ruido, el delantero con cara de niño, el yerno que toda madre querría tener, se ganó a la afición en noches tan emblemáticas como aquella visita del Nottingham Forest a Old Trafford en la que Solskjaer anotó cuatro goles en diez minutos.

Pero si hubo una ocasión en la que su nombre brilló más que el resto fue la velada del 26 de mayo de 1999 en el Camp Nou.

Solskjaer se sentó en el banquillo. Su Manchester United se medía al Bayern de Múnich de Oliver Kahn, Lothar Matthaus y Steffan Effenberg por la Copa de Europa. Un título que los ingleses llevaban 31 años sin ganar.

Ferguson sacó en punta a Andy Cole y a Dwight Yorke. Lógico, teniendo en cuenta que fueron los artífices de las victorias ante Inter de Milán en cuartos y Juventus de Turín en semifinales.

Solskjaer se acomodó en el banquillo. Ya llegaría su hora. Mario Basler adelantó a los cinco minutos a los germanos, pero no remataron el partido.

Fue en el minuto 67 cuando Ferguson miró al banco y eligió a Sheringham como sustituto del medio sueco Jesper Blomqvist. Solskjaer no se impacientó. En el 81, sin cambios en el marcador, el noruego entró por Cole y la final viró de rumbo.

Sheringham empujó a las redes un remate de Ryan Giggs ante la mirada de Ole. Era el minuto 91 y los bávaros se despedían paulatinamente del título. Un córner, dos minutos después firmó la sentencia. Sheringham prolongó en el primer palo y Solskjaer puso el pie para llevar la 'Orejona' a Mánchester.

El hombre con cara de niño acababa de cometer su primer milagro.

Casi veinte años después, su luz se volvió a encender y desde la banda del Parque de los Príncipes otro imposible cobró vida sobre el campo.

Castigado por las bajas, condenados por el 0-2 que traían los franceses de Mánchester y machacados por el repaso táctico de Thomas Tuchel en Old Trafford, era temerario pensar en una remontada del United. Era incluso complicado de imaginar pese al 0-1 que inauguró Romelu Lukaku aprovechando los errores de un equipo construido al amparo del dinero y no de la historia.

'Ha sido bueno para los jugadores salir ahí fuera y no tener nada que perder. Salid y expresaos, sabéis que vais a tener que defender más que nunca y correr más que nunca', señalaría horas más tardes Ole a su amigo Gary Neville.

Los ánimos amainaron con el gol de Juan Bernat, pero otro tanto de Lukaku tensó a los parisinos. Solskjaer, sin recursos en el banquillo, creyó en el pasado, sacó a dos jugadores del reservas al campo y confió en que aquella noche del Camp Nou se repitiera. Un penalti pitado por el videoarbitraje le dio la razón y la clasificación a cuartos.

Algo que nunca hubiera ocurrido hace veinte años y que eleva a Solskjaer como el elegido del Manchester United. Si tiene usted algún milagro que obrar, quizá pueda contratarle. Tan solo necesitará buscar al hombre con cara de niño.
Manuel Sánchez Gómez