24/04/2024
02:24 PM

Indira Murillo, apasionada por el baloncesto

La luz de Indira se apagó la noche del viernes en Virginia, EUA.

Nueva York, Honduras.

La brillante luz que irradió la destacada periodista y jugadora de baloncesto nacional Indira Murillo se apagó la noche del viernes en Virginia, EUA, esto después de una larga batalla contra un cáncer que la limitó, pero nunca le robó ese resplandor que la hizó brillar en la televisión hondureña e internacional.

La espigada deportista también deslumbró a muchos en las duelas de baloncesto, adonde portando la H en el pecho dio lo mejor de sí; sin embargo, su calidez como persona siempre fue su principal atributo.

Conocida por los que la trataron como Indi del Bosque, nació y creció en barrio El Bosque, uno de los más antiguos de Tegucigalpa.

Esta comunidad hasta sus últimos días representaba el mayor de sus orgullos: el amor por sus vecinos era incomparable y para ellos ella representaba el vivo ejemplo de que la lucha, el estudio, los valores morales y la determinación podrían hacer realidad cualquier sueño, Indira era la niña consentida de los pobladores.

Su gran amor

El baloncesto fue su gran pasión, un deporte que practicó durante toda su vida con el que se destacó en diferentes selecciones nacionales en cada una de las categorías hasta consolidarse como una de las mejores jugadoras centroamericanas con la representación mayor.

A nivel de clubes fue pilar fundamental en el desarrollo del baloncesto femenino en el país, en el que se destacó como centro en el quinteto del Nacional de Ingenieros, adonde alcanzó una gran cantidad de títulos nacionales.

Para la chica que aprendió el deporte ráfaga en las canchas de La Leona, el poder motivar a la niñez a practicar un deporte era fundamental, fue así como con la ayuda del ingeniero Ivis López creó la escuela Indi del Bosque, una responsabilidad social que la llevó a introducir a cientos de jóvenes en la práctica de su amado deporte.

Sus esfuerzos incluyeron el dotar a sus atletas con calzado deportivo, facilidades de trasporte, becas educativas y cualquier tipo de ayuda que mantuviera a sus aprendices enfocados y lejos de las calles.

“La conocí cuando empecé a entrenar baloncesto, eran de los entrenadores jóvenes que recibieron el apoyo del ingeniero Ivis López, antes de la existencia del Coliseum, la idea era crear equipos en nuestros barrios y desarrollar torneos desde las categorías benjamín y hasta pasarela. Ella fue del tipo de técnico que es entusiasta, positivo y gustaba de aportar ideas para mejorar nuestro deporte, siempre iba más allá de lo que le correspondía, gustaba de ayudar en todo lo que pudiera”, indicó el técnico nacional Carlos Santos.

Memorias

Además de su gran corazón en la duela pese a ser una feroz competidora, también demostró carisma al aportarle al baloncesto elementos que crearon lazos de amistad.

“Recuerdo que cuando iba disputar los partidos llegaba a la cancha y componía canciones para desconcentrar a los rivales. Entonaba cuando hacía tiros libres el equipo contrario y contagiaba a todas sus compañeras: “Le tiembla la mano no puede tirar, le tiembla la mano no puede tirar”, donde ella estuvo sempre imperó la alegría”, agregó Santos.

Otra seleccionada nacional de baloncesto y tambión colega de profesión de Indira Murillo la recordó a pocas horas de su partida, las huellas que dejó en cada persona que tocó son indelebles y su impacto será eterno.

“Crecí viendo a Indira, la admiraba muchísimo como persona y como jugadora, tuve la posibilidad de entrenar con ella y compartir también esta pasión por el periodismo, su sonrisa y alegría contagiaba todo su alrededor, su espíritu siempre fue el de una guerrera y no solo durante el tiempo que batalló contra esta enfermedad, sino siempre en las canchas, en cualquier ámbito donde se desarrolló dentro de Honduras y Estados Unidos. Ella sabía cuánto la admiraba, tuve la fortuna de hacerle una entrevista cuando trabajé para Diario La Prensa, se que ya está en el cielo y que Dios la recibió con los brazos abiertos”, indicó Alejandra Carrillo.

Indi del Bosque, como se le llamaba cariñosamente a la exbasquetbolista, nació el 7 de abril de 1969 y falleció este viernes 4 de enero a los 49 años acompañada del amor de su esposo Omar Nava y familia, luego de una larga batalla contra el cáncer.

En las redes sociales, el pueblo hondureño ha manifestado su pesar por la desaparición física de una de las personas más carismáticas, altruistas, que ha nacido en Honduras. El mundo del baloncesto ha perdido a una de sus mejores jugadoras, al mismo tiempo que nació una leyenda en el deporte rafaga que hoy llora su partida.