La tendencia de los coleópteros apareció por primera vez a principios del siglo XX, en los modelos de la diseñadora italiana Elsa Schiaparelli, que incorporó en sus creaciones elementos oníricos propios del surrealismo.
Un siglo después, moscas, abejas, arañas y mariposas han reconquistado las pasarelas, en desfiles como Chanel Dollhouse, la colección de Karl Lagerfeld para la pasada temporada primavera-verano, donde los insectos, brillantes broches de plata y oro, se posaron en los hombros de las modelos; o el de Valentino, que los bordó en sus prendas con colores vibrantes. En la misma semana de la moda, libélulas y demás insectos treparon por las mangas de las chaquetas y los bajos de las faldas de Dior, que dio vida a estos pequeños inquilinos utilizando abalorios y piezas brillantes de formas geométricas.
Así, la calle se ha hecho con una tendencia que ha demostrado no solo ser estética, sino también comunicativa, se puede llevar bordada o estampada en la ropa.