La especialista comenta que el ser humano regala lo que considera útil, original o adecuado para la otra persona, pero siempre impregnando su carácter.
“Existen diferentes tipos de personalidades: están los audaces, los tímidos, etcétera, y su manera particular de interpretar el mundo se la imprimen a sus regalos”.
Por ejemplo, dice que tipologías extrovertidas tienden a buscar opciones que le ayuden al otro a abrirse más, ya sea por medio de prendas, como blusas o suéteres de cuellos en V, u objetos que requieran interacción para su óptimo aprovechamiento, como boletos para un espectáculo familiar, pues son personas que asumen que la mente y el cuerpo son para mostrarse y compartirse.
Caso contrario ocurre con los introvertidos, quienes procuran dar obsequios que posibiliten la conexión personal e introspección. Eso lo logran con objetos como discos de meditación o un libro.
“Lo único que nos preguntamos, y de lo que somos conscientes, es lo que anhelamos hacer con el regalo; queremos agradar al otro, impresionarlo o darle algo que realmente le hace falta. La personalidad hace el resto”, indica. No obstante, también es frecuente que los presentes se den con base en las necesidades propias, tomando en cuenta lo que a uno le gustaría recibir.
“A veces regalamos proyectando y lo hacemos desde nuestras carencias y nuestros vacíos. Entonces dejamos que sean llenados por un regalo que, si bien no estamos recibiendo, pues nos consuela aunque sea para dárselo a otro”.
La presentación del regalo dice mucho también, las personalidades sobrias no prestan tanta importancia a la envoltura, al ser ese aspecto reflejo de su carácter. Los más vigorosos le pondrán envolturas de distintos colores y muchos adornos.