El difícil camino del adiós

La pérdida es algo que vamos a sufrir alguna vez: perder a un familiar, romper una relación afectiva o el simple hecho de madurar, supone atravesar diferentes niveles de duelo.

Redacción. Lo complicado de todas y cada una de estas formas de duelo es que ninguno de nosotros se lleva demasiado bien con el sufrimiento, no sabemos gestionarlo, nos desborda y en ocasiones hasta nos destroza. Porque…¿Cómo hacerlo? ¿Existe quizá una fórmula mágica que nos haga inmunes a la separación, al vacío, al hueco de esa mano que ya no nos sujeta?

En absoluto. Según nos explican los expertos, cada persona deberá encontrar su propia forma de encarar el duelo. Ahí donde encontrar alivio, entereza y la capacidad para levantarse de nuevo.

La madurez emocional es aquella que sabe avanzar por sus propias pérdidas, que ha aprendido del desapego y que a su vez concibe las dificultades como experiencias de aprendizaje. Es difícil, lo sabemos. Uno puede leer muchas cosas sobre el duelo, puede atender incluso lo que un terapeuta le indica, lo que sus amigos o familiares le comentan para trasmitirle apoyo. No obstante, cualquier pérdida, sea cual sea el nivel, es un acto que uno mismo debe afrontar en soledad y con mecanismos propios.

Nadie va a llorar por nosotros, nadie va a reorganizar sus pensamientos y aliviar nuestro dolor para quitarnos peso. Es una tarea propia que requiere tiempo y que demanda ante todo, comprender que no somos tan fuertes como pensábamos. Que en realidad somos tan vulnerables como una pluma llevada por el viento.

¿Es esto malo? ¿Es la vulnerabilidad algo negativo? En absoluto, en la propia vulnerabilidad está nuestra verdadera fuerza.

Párate un momento a pensar en ello: si te resistes, si te niegas a reconocer que te sientes herida, que tu vida se acaba de romper y que sientes dolor, alzarás ante ti el muro de la negación. ¿Cómo afrontar algo que no reconoces que existe? ¿Por qué negarse a llorar la pérdida? Reconocer que somos vulnerables nos capacita para ser flexibles y poder adaptarnos, porque el duelo, al fin y al cabo no es más que una respuesta adaptativa a la que se llega mediante el sufrimiento, mediante el dolor.

No obstante, hemos de aclarar un importante aspecto. A la hora de hablar de duelo siempre pensamos en las pérdidas físicas. En la muerte.

Sin embargo, también están los duelos afectivos o emocionales por ese amor al que hemos de renunciar o que nos abandona, e incluso por qué no, al simple acto de madurar como persona, de asumir nuevos valores, de abandonar determinados esquemas de pensamiento para desarrollar otros… Un proceso de crecimiento interior donde también superamos duelos personales y de identidad en ocasiones, bastante profundos.

Algo sin duda, enriquecedor a la vez que necesario. A pesar de ello, son procesos que siempre implican ciertos miedos, porque todo cambio supone una pérdida implícita, e incluso sensación de soledad o vacío. Hemos de tomar conciencia de que la vida, no es un sereno paseo donde la felicidad está siempre garantizada. La vida en ocasiones duele, y debemos aceptar la frustración, la pérdida y cada uno de los duelos. Porque todos ellos son caminos hacia una necesitada sabiduría.

Torn paper with heart on it

El mayor apoyo que se puede recibir es el propio al tomar la decisión de enfrentar el sufrimiento y elegir sobrevivir.


Las herramientas
“Cada quien reacciona diferente y tiene su propio tiempo para aceptar su duelo y comenzar a vivirlo. Para vivir el duelo no hay reglas, ni siquiera recetas., Vereniz Moguel Robles, especialista en psicología médica. Pero puedes recurrir a:

1. La familia y los amigos son un gran apoyo. Esa es la terapia natural.

2. Durante el duelo ayuda mucho llorar, pero hay quienes podrían recomendar no hacerlo. “Cuando una persona te presiona para que dejes de llorar es porque no puede hacerse cargo de tus lágrimas y es porque no sabemos cómo vivir los duelos”.

3. Conversar con otros con experiencias similares y tenerse paciencia en el proceso, pues el dolor tiene su propio tiempo que no tiene nada que ver con los meses, las estaciones ni los calendarios.

4. Pero ante todo, el mayor apoyo que se puede recibir es el propio al tomar la decisión de enfrentar el sufrimiento y elegir sobrevivir.

Consejo
Reordenar la vida propia y aceptar la nueva realidad, por eso aconsejan rescatar las aficiones antiguas y unirse a un grupo de personas con quienes compartas intereses y poder alimentar tu mente y espíritu.