La ola de calor que tiene a los hondureños sudando la gota gorda afecta más a quienes deben ganarse el pan de cada día soportando los intensos rayos solares.
Estas personas permanecen por más de ocho horas al día expuestas a las altas temperaturas para poder desempeñar sus labores. Eso es precisamente lo que tienen en común el guardia de seguridad Javier Rubio, las vendedoras de jugos naturales Wendy y María Castejón, el taxista Alberto Andino y Eliza Benítez que se gana la vida vendiendo tortillas.
|
Javier Rubio desde hace 17 años labora como guardia de seguridad y asegura que cada año el calor es más intenso.
“Trabajo en turnos de 24 horas y solo puedo sentarme en las noches que no hay movimiento. Las temperaturas han sido tan altas que hasta siento que se me queman las manos cuando toco el portón para abrirlo, lo único que me cubre es la gorra. No me alcanza para comprar filtro solar”.
No solo los guardias de seguridad sufren con las temperaturas, Wendy y María Castejón venden jugos naturales para saciar la sed de otros; pero detallaron que su labor es sacrificada porque deben pasar bajo el sol todo el día si quieren vender los 60 jugos que elaboran al día. “Caminamos por toda la ciudad para lograr vender algo, el calor es insoportable, pero la necesidad nos obliga, cuando termina el día los dolores en las manos por sostener las sombrillas todo el día y cargar las hieleras”, expresó María.
|
|
Uno de los trabajos más difíciles en esta temporada es sin duda el que tiene al fuego como herramienta de trabajo, como Eliza Benítez que se dedica a vender tortillas desde que sale el sol.
“Desde las 6:00 am que enciendo el fogón dejo de sentir aire fresco y comienzo a sudar a chorros. He tenido problemas de salud por el calor y el humo al que estoy expuesta todo el día para hacer las tortillas y como no tengo seguro social me toca curarme sola. Creo que aprendí a soportar el calor por costumbre”, expresó .
En otro extremo de la ciudad, Mario Cruz, un obrero de la construcción, suda a chorros sobre el concreto.
“Tengo tres meses trabajando en la ampliación del bulevar del norte, el calor es terrible, pero no pienso en eso porque de lo contrario sería más difícil poder soportarlo. Gracias a Dios los jefes comprenden lo complicado que es trabajar bajo el sol y nos dan pequeños descansos para poder descansar, hidratarnos y recuperar fuerzas, además nos traen protector solar para cuidar la piel. La jornada de trabajo es de 6:00 am a 6:00 pm y es agobiante porque el calor se siente todo el día, pero tenemos que ignorarlo y seguir trabajando”.