El 24 de noviembre de 2013 dejó Colombia, su país natal, para servir como vicario en la parroquia San José de Puerto Lempira, cabecera del departamento de Gracias a Dios, más conocido como La Mosquitia hondureña. Ahora, el padre Edwin Nieto (38)ha asumido una nueva misión: apoyar las labores parroquiales en la San Vicente de Paúl de esta ciudad.
En una entrevista a LA PRENSA, el prelado no niega la realidad de su país y manifiesta que es necesario poner mano dura en la lucha contra el narcotráfico en Honduras, además de rescatar los valores en la sociedad.
Somos misioneros y por nuestros votos de obediencia siempre estamos con disponibilidad. Aquí se necesita personal y más sacerdotes para apoyar el equipo de la parroquia.
Había tenido la oportunidad de venir acá a hacer trámites legales, chequeos médicos, pero solo de paso. De San Pedro Sula, uno siempre escucha por los medios de comunicación, pero no hay que llenarse de prejuicios ni tapar la realidad que se está viviendo con la ola de violencia, delincuencia.
El poquito tiempo que llevo aquí he notado que la gente es muy acogedora, es muy cálida. Hay tantas virtudes de la comunidad hondureña que muchas veces opacamos. Aquí hay muchas cosas buenas, mucha solidaridad.
Este año tengo pensado ir de vacaciones porque desde que llegué a Honduras el 24 de noviembre de 2013 no he ido.
Siendo objetivo, no puedo tapar la realidad de mi país, no puedo decir que en Colombia no hay delincuencia, corrupción ni narcotráfico; pero también tenemos muchas cosas buenas. Hemos logrado salir adelante y reducir los niveles de violencia. Creo que podrá llegar el día que en Honduras se pueda vivir tranquilo y no dé miedo salir a las calles.
El narcotráfico es una de las realidades más duras que tenemos los colombianos y los hondureños, todo lo que genera. El Gobierno de Colombia también lucha contra el narcotráfico, pero hay que trabajar más. Aquí falta ser más fuertes, pero se están dando pasos.
Mi objetivo aquí es acompañar a la comunidad parroquial, a los feligreses en la parte espiritual, pastoral, prestar servicios como sacerdote en una vida sacramental porque aquí la gente acude mucho.
Los jóvenes son el centinela de mañana. Hay que tomarlos en cuenta; no tienen miedo de que les hablen de cosas religiosas o valores. Tenemos que darles importancia y empezar a ayudarles a encontrar el significado de sus vidas y que se encuentren ellos mismos.
Los valores no se han perdido, pero sí hay que rescatarlos, el valor de la tolerancia sobre todo, el respeto y la solidaridad.
El mundo les ofrece muchas alternativas fugaces, mucho placer, muchas cosas materiales, con todo lo que se les bombardea se les olvida buscar de Dios.
Invito a toda la comunidad a que ellos hagan su propio camino de conversión. Todos necesitamos convertirnos, cambiar algo de nuestras vidas, cambiar nuestras indiferencias y miedos.