Nueva York, Estados Unidos.
Antes de hacerse con el papel de Rey en la nueva trilogía de La guerra de las galaxias, Daisy Ridley solo había realizado un par de apariciones en series de su país natal, Inglaterra, por lo que la fama planetaria que alcanzó tras el estreno de El despertar de la Fuerza la pilló desprevenida para lidiar con la situación en que le había colocado liderar unas películas que constituyen casi una religión para muchos.
“Todo me resultaba demasiado confuso. La gente me reconocía por la calle, sigo sin saber cómo lidiar con ello. Mi piel empeoró muchísimo porque estaba muy estresada, era una sensación agobiante. Me sentía demasiado expuesta e insegura”, reconoce en una entrevista a la revista Vogue, en la que recuerda lo sorprendida y aterrada que se quedó cuando dos fans se presentaron en la puerta de su apartamento a solo unos días de que se mudara.
Solución
La intérprete decidió recurrir a terapia: “Fui a ver a una señora encantadora para aprender a disfrutar de mi nueva vida en lugar de limitarme a soportarla. Tenía la sensación de que cada vez estaba haciéndome más infeliz porque me preocupaba demasiado que alguien pudiera reconocerme. Y al final me dije: Quiero bailar en esta vida, no pasar por ella de puntillas”, afirma. “Me preocupa que las cosas que no son normales empiecen a parecérmelo. Nunca haces fila en los aeropuertos y consigues entradas para espectáculos que, de otra forma, no verías. Creo que es importante recordarse a uno mismo que eso no es lo normal”, explica.
Antes de hacerse con el papel de Rey en la nueva trilogía de La guerra de las galaxias, Daisy Ridley solo había realizado un par de apariciones en series de su país natal, Inglaterra, por lo que la fama planetaria que alcanzó tras el estreno de El despertar de la Fuerza la pilló desprevenida para lidiar con la situación en que le había colocado liderar unas películas que constituyen casi una religión para muchos.
“Todo me resultaba demasiado confuso. La gente me reconocía por la calle, sigo sin saber cómo lidiar con ello. Mi piel empeoró muchísimo porque estaba muy estresada, era una sensación agobiante. Me sentía demasiado expuesta e insegura”, reconoce en una entrevista a la revista Vogue, en la que recuerda lo sorprendida y aterrada que se quedó cuando dos fans se presentaron en la puerta de su apartamento a solo unos días de que se mudara.
Solución
La intérprete decidió recurrir a terapia: “Fui a ver a una señora encantadora para aprender a disfrutar de mi nueva vida en lugar de limitarme a soportarla. Tenía la sensación de que cada vez estaba haciéndome más infeliz porque me preocupaba demasiado que alguien pudiera reconocerme. Y al final me dije: Quiero bailar en esta vida, no pasar por ella de puntillas”, afirma. “Me preocupa que las cosas que no son normales empiecen a parecérmelo. Nunca haces fila en los aeropuertos y consigues entradas para espectáculos que, de otra forma, no verías. Creo que es importante recordarse a uno mismo que eso no es lo normal”, explica.