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Los atractivos del desierto de Sonora

  • 30 agosto 2017 /

Hogar de 10 cráteres y un campo de dunas: la Reserva de El Pinacate y el Gran Desierto de Altar

Puerto Peñasco, Sonora.

Parece desolado, pero en su interior esconde uno de los territorios con mayor biodiversidad del mundo. En el noroeste de Sonora, a 20 minutos de las paradisíacas playas de Puerto Peñasco, se encuentra un escudo de rocas volcánicas con forma de corazón, que comenzó a crearse hace 2 millones de años por flujos de lava, un sitio perfecto para los amantes del ecoturismo: la Reserva de la Biósfera El Pinacate y el Gran Desierto de Altar.

Se extiende a más de 714 mil 556 hectáreas y presume 10 cráteres gigantes y el campo activo de dunas más grande de Norteamérica. De acuerdo con expertos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), científicos de la NASA llevaron a cabo sus prácticas con los astronautas del programa Apollo 14, en uno de los cráteres, El Trébol, debido a la similitud con la superficie de la luna.

Quienes acuden al sitio por primera vez, deben iniciar en el Centro de Visitantes Schuk Toak, que se ubica sobre el flujo de lava más extenso y reciente que hubo en este lugar, hace 12 mil años, para después adentrarse en la inmensidad del paraje.

Sunset in 'El Pinacate y Gran Desierto de Altar' Biosphere Reserve

Cuenta con un museo interactivo que busca crear una cultura conservacionista del desierto sonorense a través de estaciones de consulta y una sala audiovisual.

En el área protegida, Patrimonio de la Humanidad desde 2013, el recorrido se hace en carro por un camino de terracería de 72 kilómetros que conduce a través de tres cráteres, los más representativos y accesibles: El Tecolote, El Cerro Colorado y El Elegante, y aunque en los tres cráteres está prohibido descender, todos ofrecen un sendero interpretativo para el disfrute del visitante.

Cabe mencionar que El Elegante tiene el segundo diámetro más grande (mil 600 metros) y el más profundo (244 metros).

Partes del trayecto se pueden hacer en bicicleta, ya que hay una ciclovía alterna, aunque aquí no se ofrecen servicios de renta y se debe llevar una propia. En esta aventura se invierten alrededor de cuatro horas, pero puede extenderse por días, ya que existen dos áreas para acampar: El Tecolote y El Cono Rojo.

Foto: La Prensa

Este último sirve de punto de partida para el sendero que lleva hasta la punta del cerro El Pinacate o Volcán de Santa Clara, aunque, por la distancia de 21 kilómetros, su elevación de mil 190 metros, las pendientes y temperaturas que alcanzan los 50 grados centígrados en verano, se necesita un permiso especial, que se tramita ahí mismo, según tu condición física y equipamiento.

A través de la ruta, hay 10 centros de información, cada uno con temáticas particulares, en las que se
explica qué flora y fauna hay. Y datos relevantes, como la importancia de las tinajas, reservorios de agua formados por la actividad volcánica y moldeadas por la acción del viento y la erosión del agua.

Es un paraíso seco poco conocido, pero que podría ser el oasis de los amantes de la aventura.

Foto: La Prensa