23/04/2024
02:36 AM

Telegramas viven solo en el recuerdo

El telegrafista firmaba un código de confiabilidad. Si revelaba el contenido de un telegrama podía ir a prisión.

    San Pedro Sula, Honduras.

    Un centenar de telegramas embodegados en las oficinas de Gobernación de Cortés, hablan de los viejos tiempos del telégrafo.

    El telegrama era la mejor forma de comunicar un mensaje urgente en un mínimo de cinco palabras, según recuerdan viejos telegrafistas como José María Ponce.

    Algunos eran escritos con un tono coloquial que hacía sonreír al telegrafista cuando los estaba transmitiendo, como el siguiente: “Urge venga, llevó putas yegua”. Era un mensaje que el remitente enviaba desde Olanchito a su compadre que se había ido para Santa Bárbara, dejándolo al cuidado del animal que luego murió, según relató óscar Menocal, el telegrafista que recibió el mensaje.

    En la era del Internet y la telefonía celular, ni las comunidades más remotas de nuestra geografía usan la comunicación mediante el código morse.

    Telegrama enviado por el presidente Ramón Villeda Morales.
    De aquellos aparatos solo dos quedaron en Hondutel como testimonio de una época en que el medio más efectivo para comunicarse a través de la distancia era aquel sistema de señales sonoras.

    La tecnología fue dejando en el olvido el tecleo intermitente de aquellos aparatos de bronce que parecían hablar con los telegrafistas. La técnica de comunicación consistía en dar golpecitos a una tecla llamada clave, para ir formando sonidos largos y cortos que recorrían largas distancias a través de las líneas telegráficas.

    “Era una comunicación más confidencial que la del teléfono y la de los correos electrónicos porque nadie podía intervenirla”. Además, los telegrafistas se regían por un código de seguridad que prohibía divulgar el contenido de los mensajes. Si venía una orden de captura contra un familiar el telegrafista tenía que darle el telegrama al delegado policial o a quien iba dirigido.

    El telegrama era la mejor forma de comunicar un mensaje urgente en un mínimo de cinco palabras. Algunos telegramas archivados en alcaldías y gobernaciones se encuentran incompletos o ilegibles, la mayoría están escritos a mano. Solo los telegramas que se enviaban después de 1960 están escritos a máquina.