22/04/2024
08:05 PM

'Estuve 54 días en la UCI del Rivas; soy un milagro de Dios”: Rodolfo Rodríguez

Su daño pulmonar era del 98% cuando fue ingresado.

    San Pedro Sula, Honduras.

    Las lágrimas ruedan por las mejillas de Rodolfo Alberto Rodríguez Paz al recordar que estuvo al borde de la muerte en una unidad de cuidados intensivos (UCI) por covid-19, pero contra todo pronóstico sobrevivió, un hecho que él considera “un milagro de Dios”.

    Don Fofo (de 46 años), originario de Danlí y un empresario de autos, presentó síntomas, junto con su esposa Marlyn Urquía y su hijo Joan, en la primera semana de septiembre de 2020 y nunca imaginó que los siguientes tres meses serían la prueba más grande de su vida.

    Rodolfo presentó una tos persistente y optó por comenzar el tratamiento en casa, pero al noveno día comenzaron las complicaciones para respirar.

    Días después de ser diagnosticado, su cuñada Flor Idalma Larios murió por covid-19.

    La salud de Rodolfo se deterioraba rápidamente, aunque estaba con múltiples medicamentos.

    Don Fofo, como cariñosamente le dicen, creyó que moriría en la unidad de cuidados intensivos, pero se aferró a la vida y luego de dos meses en el Mario Rivas le dieron de alta.
    Las fiebres alcanzaban los 43 grados y todos los días le hacían un tac pulmonar; para el día 17 de sintomatología ya tenía dañado el 75% de los pulmones. Ese día colapsó y los médicos le dijeron que debía ser internado inmediatamente.

    Rodolfo, quien sentía que moría, acudió a una clínica privada porque en el hospital Mario Rivas no había cupo.

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    “Fofo, tenemos que intubarte”, le dijo el médico, a lo que él respondió: “A mí no me va a intubar”. Él pensaba que si le colocaban respiración artificial nunca volvería a ver a su hijo único y a su amada esposa. Rodolfo, en cambio, le pidió al médico que le diera trajes médicos a su familia para que entraran y se despidieran de él.

    “Mi hijo estaba llorando afuera y el médico le dijo: entra a ver a tu papá y dile lo que tengas pendiente porque ahorita está consciente, pero no va a amanecer”, contó.

    Para esa noche la probabilidad de vida de Rodolfo era igual a cero; sin embargo, antes de que su familia entrara en ell cuarto optó por hacer “un pacto con Dios” para tener una segunda oportunidad.

    Don Fofo dijo que tras orar sintió que una fuerza sobrenatural entró en su cuerpo y algo cambió. “En ese momento Dios estaba conmigo, lo vi cara a cara”, agregó.

    Estuvo cerca de 36 horas en esa clínica privada y luego su esposa le comunicó que le habían conseguido un cupo en la UCI del Mario Rivas. Aunque no había disponibilidad de ambulancias de alto flujo en la ciudad, le consiguieron una que llegando al centro asistencial público se quedó sin oxígeno y colapsó de nuevo porque tenía en 98% comprometidos los pulmones.

    Rápidamente lo ingresaron en la UCI, lo conectaron al oxígeno y los siguientes 19 días permaneció boca abajo conectado a múltiples aparatos de monitoreo y varios medicamentos intravenosos.

    Rodolfo estuvo boca abajo los primeros 19 días en la UCI del Mario Rivas.
    Don Fofo dice que se aferró a la vida con la ayuda del especialista Marco Quiñónez y otros médicos. Le fueron disminuyendo lentamente el nivel de oxígeno, pero no tenía movilidad alguna, estaba conectado a una sonda para la orina y siempre tenía puesto un pañal.

    Rodolfo seguía mejorando y los médicos optaron por acostarlo boca arriba y cuando eso pasó sintió un gran alivio y comenzó a llorar de felicidad. “Lloré como un niño y le mandé una foto a mi familia. Dios me permitió vivir. Vi a decenas de personas morir y ser embolsados en la puerta, yo los iba contando. Fui impactado porque vi fallecer a mi amigo Armando Maldonado, con quien tuvimos una amistad de 30 años”, relató. Rodolfo aseguró que durante su estancia en el Rivas presenció la muerte de 48 personas en la UCI y cuando le dieron de alta solo él había quedado vivo de un último grupo de 17 internos de esa sala.

    En total, Rodríguez estuvo 61 días en el Rivas y comenzó a caminar hasta el día 72 con la ayuda de un especialista. En su casa habilitó estaciones con tanques de oxígeno hasta en el baño. Hoy se considera un hombre restaurado y utiliza su testimonio para dar esperanza a gente postrada por covid-19, ya que Dios le dio otra oportunidad para amar a su familia y disfrutar de la vida.