Beneficios de un buen romance

Alivia los dolores, aumenta la capacidad creativa, mejora la salud del corazón, reduce el estrés, protege de la demencia.

  • 30 sep 2020

SAN PEDRO SULA.

Aunque también tiene sus efectos secundarios adversos como desengaños, infidelidades, dependencias o celos, el amor puede considerarse un eficaz remedio, antídoto y vacuna para infinidad de males y dolores, del cuerpo y el alma. Muchos enamorados celebran el jueves el día del amor, San Valentín.

No requiere prescripción médica, ni tiene contraindicaciones y sus beneficios suelen superar largamente a sus perjuicios, por lo que siempre es aconsejable tenerlo a mano y degustarlo.

En general no hace falta convencer a nadie de las virtudes de este sentimiento que nos une y hace felices y que para la mayoría de personas es la sal y pimienta de la vida, pero por si a alguien le quedan dudas, las últimas investigaciones científicas confirman las múltiples virtudes de las relaciones amorosas.

Según un informe de la FEC, “los vínculos con la pareja, amigos y familiares mejoran la presión arterial, lo que ayuda a reducir los niveles de ansiedad, estrés y depresión, conocidos como “factores psicológicos de riesgo” cardiovascular.

También otro estudio de la World Heart Federation las personas que siguen algún tratamiento para abordar cardiopatías y tienen un entorno feliz, mejoran entre dos y cuatro veces su capacidad para reponerse de la enfermedad, mientras que otra investigación del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) ha demostrado que las mujeres con matrimonios estresantes tienen el triple de riesgo de sufrir un infarto que aquellas con una buena relación con su pareja.

En cambio, estar casado o tener una pareja estable reduce la producción de cortisol, la “hormona del estrés”, según otro estudio dirigido por Dario Maestripieri, de la Universidad de Chicago (EE.UU), quien cree que “el matrimonio parece hacer más fácil enfrentarse a las situaciones estresantes de la vida diaria”.

Un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, en California (Estados Unidos), ha comprobado que los sentimientos de amor apasionado pueden aliviar el dolor leve con la misma eficacia que los analgésicos.

Foto: La Prensa

Un analgésico llamado “nos amamos”
Este fenómeno es posible porque el amor intenso activa las mismas regiones del cerebro donde actúan los medicamentos destinados a calmar el dolor: el sistema de recompensa cerebral, que es el encargado de generar recompensas bioquímicas ante determinados estímulos que recibe la persona.

“Cuando las personas se encuentran en la fase del amor más apasionada existen alteraciones significativas en su estado de ánimo que impactan sobre su experiencia del dolor”, ha explicado el doctor Mackey.

Según el investigador Arthur Aron, coautor del trabajo, “cuando alguien piensa en la persona que ama se produce una intensa activación en el área de recompensa del cerebro, la misma que se activa cuando se consumen sustancias dopantes o cuando se gana mucho dinero”.

En sus experimentos participaron quince estudiantes universitarios (ocho mujeres y siete hombres) “perdidamente enamorados”, que estaban en las primeras etapas de sus respectivas relaciones de pareja. En esta fase de enamoramiento, la gente se siente eufórica, con mucha energía, piensa continuamente en el ser amado y anhela estar con ella o él.

Los participantes observaron, de forma intermitente, las imágenes que ellos mismos habían traído, al mismo tiempo que eran expuestos a una sensación de dolor suave, provocada mediante un estimulador térmico que se les había colocado en la mano y era controlado mediante un ordenador.

Su actividad cerebral fue registrada mediante una resonancia magnética funcional y los investigadores comprobaron que, al observar fotos de su respectivo ser amado, los participantes del estudio reducían la sensación del dolor físico, un fenómeno al que Mackey y Aron han denominado “analgesia inducida por amor”.

El amor romántico nos vuelve más creativos
Otro informe elaborado por los psicólogos Jens Förster, Kai Epstude y Amina Özelsel, de la Universidad de Amsterdan (Holanda), ha desvelado que el amor cambia nuestra forma de pensar y potencia la creatividad.

Según los investigadores, este efecto cerebral es opuesto al que provoca el deseo sexual, que incrementa el pensamiento analítico y reduce la creatividad.

Los investigadores atribuyen estas diferencias a que el amor romántico requiere tener una perspectiva a largo plazo, mientras que el sexo prepara al cerebro para una perspectiva a corto plazo, en el “aquí y ahora” y para centrarse en detalles concretos.

Según Förster, especializado en Psicologia Social, “estos estilos de pensamiento se activan automáticamente en la mente de las personas, cuando se ven expuestas a situaciones relacionadas con el amor o el sexo, tanto de forma explícita, como sutil e incluso inconsciente”.

Según Miia Kivipelto, investigadora del Instituto Karolinska (Estocolmo, Suecia) y coautora del estudio, los resultados tienen un importante valor para a la atención médica primaria, y sugieren que un tratamiento preventivo en adultos que han perdido a su pareja podría reducir la incidencia de las enfermedades degenerativas analizadas en este estudio.

Para el trabajo, publicado en la revista ‘British Medical Journal’, se entrevistó a una serie de mujeres y hombres, de un grupo de 2.000 adultos.

Además, previene el envejecimiento prematuro y aumenta la sensación de vitalidad, ya que se libera melatonina. “Por eso, cuando estamos enamorados no sólo nos vemos mejor, sino que nos ven mejor, nuestra autoestima crece”, ha asegurado Gil.

Otra de las “beneficiosas consecuencias” del enamoramiento es que fortalece el sistema inmunológico, “previniéndonos de enfermedades y ayudándonos a una mejor y pronta recuperación”.

Según la psicóloga del USP, esto es así gracias a las endorfinas, que aumentan la sensación de bienestar en nuestro cuerpo y nos ayudan a soportar mejor el dolor, ya sea físico o psicológico.

Todos estos efectos y las conductas que desarrollan los enamorados son iguales en todas las partes del mundo, según la doctora.