18/04/2024
08:15 PM

Sacerdote solidario

    Atrás no muy atrás como para olvidar en el norte de España, en aquellos tiempos de la guerra civil , nació un niño en Asturias, foco de intensa represión que se prolongó por años.

    Ángel, hoy conocido y calificado honradamente “Ángel de los desprotegidos” nació en una cuenca minera donde el trabajo en las profundidades fue labrando el carácter fuerte y prometedor de los mineros. Aquellos fueron tiempos muy difíciles, pero en sus años juveniles ya tuvo la visión clara, “ser cura”.

    En su primer destino como sacerdote en el orfanato de la capital asturiana comenzó a germinar su gran pasión que da rumbo a su vida y sin duda, habrá repetido ante las huellas de la guerra y el hambre en aquellos días en miles de hogares españoles, el amor es solidaridad, es compromiso cercano con quien más lo necesita sin utilizar bandera ni creencia.

    Eran días de desafíos en España que el sacerdote asturiano lleva a numerosos países con su Fundación Socio Educativa Mensajeros de la Paz.Con personas de este calibre renace y se fortalece la confianza en la humanidad por muchos que sean los conflictos y las barreras no pocas veces injusticias claras y generadas en sistemas políticos y poder económico. Hay en él una voz de esperanza y manos activas en la valoración de las personas, particularmente de las más vulnerables de la sociedad.

    “Mensajeros de la Paz es una manera especial para estar con los más desfavorecidos niños o ancianos. A veces, los más desfavorecidos no sólo carecen de lo material, sino también de cariño”.

    He aquí la esencia misma del rumbo tomado en su vida desde 1962 cuando al compromiso sacerdotal incorporó la dimensión social con proyectos y recursos para mejorar la calidad de vida en sectores vulnerables, marginados en sociedades en las que la pobreza queda evidenciada en elementos tradicionales, pero también en otros como las migraciones y la violencia doméstica.

    Su obra lleva el signo de la acción solidaria en numerosos países, reconociendo en el sacerdote y filántropo español una persona de compromiso ejemplar sin fronteras por lo que recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia y otros numerosos reconocimientos que él los incluye en su vida diaria con especial cuidado en el altar donde celebra la eucaristía, fuente de fortaleza para alcanzar la meta marcada en las palabras bíblicas “pasó por el mundo haciendo el bien”.

    En conclusión, sus palabras rebosan sinceridad, optimismo y solidaridad. “¡La vida es bella! Hay que cuidarla y compartirla eso lo que vine a hacer a Honduras”. Abismal distancia del mensaje de nuestros líderes donde las palabras y la acción van cada vez más distanciadas