25/04/2024
02:29 AM

Redes sociales

    Las recurrentes denuncias contra Facebook e Instagram deben, al menos, recordarnos los nocivos efectos que tienen las redes sociales y lo peligrosas que pueden ser cuando no se usan en un contexto razonable, racional y saludable.

    Porque son fantásticas cuando se trata de sacar adelante un proyecto -y de hecho lo hacen a favor de millones de negocios y trabajos-, o pueden hundirnos en la depresión, hacernos sentir miserables. Nos acercan a la familia y amigos generando mayores emociones o pueden hacernos escalar en un mundo de fantasía, cuando caemos en la obsesión de mostrarnos en una vida que no es la real. Nos facilitan información útil o nos engañan con noticias falsas.

    La lucha emprendida desde hace unos meses, por ejemplo, de una exempleada de Facebook, Frances Haugen, hace hincapié en lo peligrosas que pueden ser estas redes sociales cuando son nuestros hijos los que se exponen a ellas.

    Porque, pese a que los niños y adolescentes son los más vulnerables, no hay regulación de parte de esta empresa que evite el impacto dañino a la salud mental y los riesgos a su seguridad. Pueden hacerlo, pero se abstienen porque “anteponen sus intereses de negocio al bienestar de los usuarios”, de acuerdo a la denunciante, lo que ha sido negado por la red social.

    Esos informes filtrados por esta exinvestigadora del departamento de integridad cívica de Facebook, debe llamarnos la atención, encender las alertas sobre lo que hacen nuestros niños, niñas y adolescentes en internet, en las aplicaciones de mensajería o en cualquiera de las plataformas sociales activas, todas con el riesgo de perjudicarlos si no toman las precauciones de seguridad que recomiendan los expertos.

    Los padres somos los primeros responsables de guiarlos, empezando por darles un buen ejemplo: que no nos vean siempre absorbidos por el internet o hipnotizados por el móvil.

    Hay que revisar con ellos las medidas de privacidad que ofrece la red social que usan, la edad permitida; insistirles que no deben aceptar solicitudes de amistad de desconocidos. Hacerles entender las graves consecuencias de compartirlo todo, sin detenerse a pensar si vale la pena hacer ese comentario.

    Prohibirles que den sus datos personales, sea direcciones o número de teléfonos y, por supuesto, alertarles de la gravedad de postear cualquier vídeo o imagen comprometedores. Aconsejándolos y dándoles un buen ejemplo es como vamos a protegerlos de los daños del mal uso de las redes. Fomentarles a hacer deportes y otras actividades que no sean solo frente a la computadora o el celular. Apoyarles a fortalecer las amistades y a confiar en la familia.