15/11/2025
12:47 AM

Que haya luna de miel

    Suele decirse que cada vez que un nuevo mandatario asume se da entre él y los medios de comunicación una especie de luna de miel. Es decir que durante los primeros meses de mandato de un Presidente se le concede una especie de beneficio de la duda antes de cuestionar sus decisiones y conductas.

    Los medios escritos, hablados o televisados han sido y continúan siendo los más importantes auditores sociales. Son pocos los ciudadanos que tienen la oportunidad de ponerse ante una cámara o un micrófono o tienen el privilegio de firmar una columna en un diario de circulación nacional. Sin embargo, el locutor, el presentador o el columnista interpretan el sentir de la mayoría, hacen de él un discurso y lo transmiten a los sin voz, que se sienten representados por los comunicadores.

    Desde una cabina, un estudio o las páginas de un periódico se puede hacer mucho bien, pero, también, mucho mal. Cuando la noticia se manipula, se tuerce; cuando se falsea la realidad y se dicen medias verdades (que son medias mentiras) o cuando descaradamente se miente para jugar con la opinión o la voluntad de un pueblo, lo que se comete es un acto de maldad que merece el peor de los calificativos.

    Ahora que estamos ante la asunción del electo presidente Hernández, todos aquellos que tenemos la responsabilidad de informar como nunca antes debemos recordar que la objetividad sigue siendo la virtud máxima de un periodista y que no ha dejado de ser una vergüenza venderse, tarifarse o ponerse al servicio de una causa perversa.

    Hoy por hoy, hay en Honduras radioemisoras y televisoras que, tristemente, se han convertido en portavoces exclusivas de personajes e ideologías nefastas que han promovido la división y el odio entre la familia hondureña.

    Estos medios de desinformación han logrado llegar hasta un sector de la población que, por su misma situación educativa, carece de las herramientas críticas para reconocer la manipulación y el engaño de que son objeto. Es evidente que los propietarios de estos medios no hacen sino buscar un beneficio personal y usarlos para hacer eso que alguno ha llamado “alpinismo político” con el fin de hacer “alpinismo social y económico”.

    Pues bien. Así como otros mandatarios, Juan Orlando Hernández merece que se le permita su “luna de miel”; que los responsables de informar al pueblo sean optimistas, crean en la rectitud de intención del Presidente y no lo llenen de maledicencias desde el inicio.

    Lo contrario sería puras ganas de enturbiar el ambiente para generar desconfianza y causarle daño al Gobierno; un Gobierno por el que, tomando en cuenta la coyuntura en que estamos, todos deberíamos estar “cruzando los dedos”.