24/04/2024
02:41 PM

Prever y prevenir

    Recientemente nos servía de reflexión la sabiduría popular impregnada en dichos que por su contenido aleccionador han pasado por generaciones y si echasen mano de ellos otro “gallo nos cantaría”.

    Estamos en alerta roja y ¿cuándo no? Muchos pobladores del fértil valle de Sula todavía recuerdan la llena de mediados del siglo pasado y rememoran también aquello de que es necesario regular el cauce de los grandes ríos, Ulúa y Chamelecón, para eliminar la permanente amenaza.

    Mucha agua sigue cayendo desde entonces con fechas trágicas en que se recuerda el Fifí, el Mitch y las tormentas tropicales Eta y Iota. Para algunos siempre al amparo de sus recursos personales o de los bienes del Estado la estoica reacción queda plasmada en palabras de aquella canción: “Ya lo pasado, pasado...”.

    Pero las desgracias no pasan y la alerta roja por la crecida del caudal es evidencia más que clara de la vulnerabilidad en todo el territorio nacional.

    Bastan unas lluvias, no devastadores fenómenos naturales, para sacar carrera, para aumentar la zozobra y el riesgo. Claro que hoy como ayer se multiplican las promesas, se echan cuentas, pero al final son cuentos concentrados en comisiones, delegaciones y toda una serie de figuras jurídicas, pues todas llevan el adjetivo de ejecutivas, pero no pasan de anuncios, reuniones y en muy escasos momentos de estudios preliminares que van a archivo.

    Nueve municipios del departamento de Cortés están en alerta roja con evacuación obligada bien por mandato de las autoridades o bien por el agua filtrada que inunda calles y viviendas. Las gráficas de estos últimos días son fiel testimonio del duro vivir de miles de hondureños en la capital, en Occidente y en el valle de Sula. Si en las alturas no sienten “ni fu ni fa” con absoluta falta de previsión no podremos esperar acciones preventivas que mitiguen los daños. Prever y prevenir, dos verbos ausentes en la cultura nacional por ello nos vemos como nos vemos.

    Dentro de unas semanas, ¿vuelta a lo mismo? Creemos que sí. Las cuentas y aquella coletilla de presupuesto base cero no dan para atender la demanda de obras en las cuencas alta y media del Ulúa y Chamelecón. La agenda será semejante: Levantar defensas de tierra. No hay que apresurarse, pero hay que encaminar los urgentes proyectos “sin prisa, pero sin pausa”, es decir, no dormirlos al desaparecer la emergencia.

    Las exigencias por las graves necesidades en el valle de Sula exigen una respuesta eficaz, no retórica barata o florida demagogia de modo que la seriedad de las cuentas no termine en cuento como ha venido sucediendo desde mediados del siglo pasado con aquella llena histórica y aún recordada por numerosos pobladores del valle.