Los migrantes que desde sus países de origen optan o se ven forzados a dejar atrás familiares, patrias, posesiones, con el propósito de encontrar oportunidades y refugio en otras naciones en el intento arriesgan sus vidas, muchas quedando en el camino, destruidas para siempre sus esperanzas de una vida digna y pacífica.
Sea que se desplacen por mar, en embarcaciones carentes del mínimo de seguridad, sea por vía terrestre, los peligros, las emboscadas, los accidentes están siempre allí, en la ruta a recorrer para intentar acceder al primer mundo, que cada vez cierra más y más, herméticamente, sus fronteras, una vez que sus requerimientos de mano de obra barata han sido colmados, y cualquier excedente es visto como indeseable.
Ahogados en mares y ríos, víctimas de enfermedades, asaltos, pereciendo de sed y temperaturas extremas en los desiertos, secuestrados, abandonados a su suerte por los traficantes, constituyen posibilidades ciertas, cada vez más frecuentes.
Y sus familiares quedan aguardando recibir noticias de quienes se marcharon, sin volver a obtener respuesta alguna, excepto el impenetrable silencio o, bien, recibiendo llamadas y mensajes exigiendo rescate para liberarlos.
Están los mutilados, que sucumbiendo a la fatiga y el sueño fueron arrollados por la “Bestia”, los trenes de carga que recorren las distancias de día y noche.
Quienes logran acceder a su destino apenas empiezan otra etapa de su odisea: el evitar ser capturados y deportados, el ocultarse para no ser aprehendidos por las autoridades migratorias o ser agredidos por racistas xenófobos.
Existen madres que no se resignan al silencio sepulcral y deciden averiguar lo que ha ocurrido con sus hijos, internándose en las rutas que ellos anduvieron. Indagan, en ocasiones recibiendo respuestas positivas, más frecuentemente negativas. No capitulan, continúan en la incesante búsqueda, pasan los meses, los años sin conocer si aún viven o perecieron. Espera por demás dolorosa de estas heroicas progenitoras. Todo esto y mucho más que puede ocurrirles a los migrantes debe ser analizado antes de decidirse a internarse en lo ignoto, en lo inseguro e incierto, antes de abandonar hogares y afectos.
Pero también es responsabilidad de los Gobiernos de los países que por sus pésimas ejecutorias obligan a sus connacionales a buscar en otras tierras las oportunidades que les niegan, hacer lo propio, buenas administraciones, libres de corrupción, transparentes en el manejo de sus presupuestos.