06/12/2024
02:06 AM

Los peligros y acechanzas del poder

    Sea que llegue a la titularidad del Poder Ejecutivo por la vía legal o por medios violentos, una vez instalado en el sillón presidencial, va forjando políticas y alianzas con poderes fácticos, partidos políticos, gobiernos extranjeros, para transformar un sistema democrático en uno autocrático, en el cual él está por encima y controla al Legislativo y al Judicial, convertidos en apéndices de sus designios, haciendo caso omiso que deben ser complementarios e independientes y sin relaciones de subordinación, tal como lo establece la Constitución política.

    Concentra en sus manos autoridad y funciones, renuente a delegarlas, para lo cual va despojando de mecanismos de vigilancia y control a los entes encargados de tal obligación, sea gubernamentales o de la sociedad civil, la que es percibida como enemiga de sus ambiciones. Rechaza y condena cualquier intento de auditoría social y forense, ataca la libertad de prensa, el respeto y vigencia de los derechos humanos. La intolerancia y el verticalismo caracterizan sus actuaciones al igual que la secretividad y el no rendimiento de cuentas. Adicional a acumular poder, adquiere, ilícitamente, riquezas, invirtiéndolas en su país o remitiéndolas a paraísos fiscales en el extranjero.

    Premia y castiga, según sea el caso. A sus chambelanes los recompensa con prácticas de nepotismo, permitiendo el saqueo de fondos públicos, creando redes de recíproco beneficio. Fortalece los sistemas represivos estatales, sobornando a sus altos mandos para tenerlos como incondicionales aliados. Paralelamente, crea grupos de choque cuya misión es amenazar, amedrentar, aterrorizar a la oposición, incluso si esta surge en el seno de su propio partido. La violencia es consustancial a tales regímenes, aplicada, según sea el caso, bien selectiva o masivamente. La erosión de la democracia es gradual, planificada, sistemática, irreversible. Cuando la ciudadanía se percata ya es demasiado tarde. Para la consecución de tal objetivo, la divide y si necesario la persigue.

    Busca conservar los aspectos formales de la democracia, pero suprimiendo su esencia, que es la alternabilidad en el poder vía elecciones libres, transparentes, con la participación de todas las fuerzas políticas que reúnen los requisitos jurídicos incluidos en la legislación especifica.

    Con sentido oportunista, puede convocar a “diálogos”, “concertaciones”, a sabiendas que el único propósito es ganar tiempo, distraer, crear falsas expectativas de apertura y rectificación, con la ausencia de una verdadera, honesta y genuina voluntad política. La demagogia, la creación de “enemigos” internos y externos que conspiran, unidos, para derrocarlo, justifica la represión, el espionaje, la delación, tal lo que ocurre en Venezuela, en donde elecciones fraudulentas, rechazadas tanto por la oposición como por la comunidad internacional, han permitido a Nicolás Maduro una nueva reelección.