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Hasta los santos lo lloran

  • 10 agosto 2019 /

En el caso de los centros de educación media se ha dicho que las clases terminarán hasta el día 20 de diciembre.

    Reza una antigua y sabia sentencia que “ el tiempo perdido, hasta los santos lo lloran”. Y es cierto. El tiempo que pasa es irrecuperable. No hay manera que los días y semanas que ya han transcurrido se repitan, vuelvan a transcurrir. Por eso es que existe una gran preocupación entre las autoridades de Educación, las de la Universidad Nacional y entre muchos padres de familia, a causa de todo el tiempo que se ha perdido debido a tomas y huelgas en ambos niveles. En el caso de la Unah, hubo carreras a las que se les canceló el período anterior, y otras, la mayoría, en las que se tuvo que acortar el período académico, cosa que el reglamento correspondiente permite.

    En el caso de los centros de educación media se ha dicho que las clases terminarán hasta el día 20 de diciembre. Y lo anterior si no es que los amigos del desorden no continúan promoviendo acciones que no hacen más que perjudicar a la juventud y, con ello, al país entero.

    La abreviación del período de los universitarios solo logra parcialmente “recuperar el tiempo perdido”. Es posible que los docentes y los estudiantes trabajan con mayor intensidad, pero, indiscutiblemente, habrá temas que no podrán desarrollarse. En esos casos se recurre a hacer una selección de los contenidos más relevantes, pero se dejan por fuera otros que, aunque sean menos determinantes en el estudio y el manejo de una ciencia, por algo estaban incluidos en el programa. En ese sentido, el daño está hecho.

    Pero los universitarios tienen más autonomía de vuelo, pueden estudiar solos y rellenar los baches académicos que los paros dejan en sus aprendizajes; en el nivel medio la situación es dramática. No se trata solo de contenidos no estudiados; se trata, sobre todo, de la pérdida de hábitos de estudio y trabajo; se trata de cinco o seis semanas en las que se ha fomentado en su conducta el irrespeto, el afán destructor, el rechazo a la disciplina. De modo que no solo han dejado de recibir la formación académica que sus padres y la sociedad entera esperan que adquieran, sino que han experimentado un deterioro moral, del que será más difícil recuperarse.

    Lo más preocupante, siempre en el nivel medio, es el mal ejemplo y la actitud perversa de los adultos que empujan a las adolescentes a cometer actos vandálicos. Porque a esa edad no se tiene criterio suficiente para juzgar actos y motivaciones, y son tremendamente manipulables y, por lo mismo, fácilmente se dejan llevar por otros.

    Agosto va casi a la mitad. Tres meses quedarían para ponerse medianamente al día y aprender algo. O, sobre todo los padres de familia, llorarán un año entero perdido por culpa de unos desaprensivos.