Es decir, la emergencia sanitaria es una realidad y nadie, por las razones que sea, puede negar que hace falta un esfuerzo de toda la sociedad para evitar que más hondureños mueran por una enfermedad hasta cierto punto prevenible y que exige una cuota de responsabilidad de parte de toda la ciudadanía.
El Estado procura hacer lo suyo: declara la emergencia, procura dotar a los hospitales públicos de los insumos y el equipo necesario para atender a los pacientes, realiza labores de fumigación y de distribución de abate, supervisa, en la medida de lo posible, casa por casa en las zonas de mayor infestación para detectar los criaderos de las larvas de zancudo y desarrolla campañas de concientización por los diversos medios masivos de comunicación para alertar a la población y dar las indicaciones necesarias para detener la propagación de las enfermedades transmitidas por el conocido vector.
Sin embargo, está claro que todos los esfuerzos que hagan las autoridades del ramo no van a paliar la situación, no van a resolver del todo un problema tan grande. Es necesario, es urgente, como se nos repite todos los años en esta misma temporada, en la que enfrentamos situaciones similares, que esta batalla no puede ganarse si cada uno no pone de su parte.
Resulta imposible que el personal de la Secretaría cubra todos y cada uno de los hogares del país entero para detectar y eliminar los criaderos de zancudos, en parte porque debido a la situación de inseguridad muchas puertas no se abren, tampoco es fácil para las municipalidades hacer que los propietarios de solares baldíos cumplan con las ordenanzas de limpieza que se emiten, y más difícil aún es que los padres y madres de familia lleven a sus hijos enfermos a los centros de salud cuando se está a tiempo para recibir el tratamiento que puede salvar la vida de sus hijos.
La única manera de minimizar los daños, de evitar las muertes, que causa el dengue grave es si desarrollamos una cultura de la corresponsabilidad que permita que cada quien haga lo suyo, se cuide a sí mismo y cuide a su familia. Si cada quien en su casa, en su colonia, en su barrio, extrema el cuidado y la limpieza, seguro la situación va a mejorar; pero esto depende de la conciencia, de la responsabilidad, de cada ciudadano.