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Crisis, oportunidad

  • 09 abril 2020 /

    El mensaje de estos días de la Semana Santa, más santa en esta ocasión por el heroísmo de muchos y el confinamiento, aunque sea forzado, de la mayoría, nos llega a través de la tecnología con inusitada fortaleza y repleto de esperanza. Porque la crisis “es un peligro, pero también una oportunidad. Y es la oportunidad de salir del peligro”, es la esencia de la síntesis del papa Francisco al referirse a la ruta de aprendizaje, comprensión y contemplación para proteger la naturaleza, no perder la memoria y rectificar el pasado.

    Es Viernes Santo, camino de la cruz en el que el peso de la responsabilidad es mayor a falta de solidaridad más evidente por la crisis sanitaria en la que, con alto grado de desesperación, tratamos individual y colectivamente asegurar la supervivencia, en peligro por Covid-19 que ha trastocado el quehacer diario monótono y el sentir rutinario en estos días.

    El mensaje de la cruz que ha sobrevivido imperios, ideologías, epidemia y calamidades es luz en el candelero para mostrar esa oportunidad que nuevamente ofrece la historia. No es opio, pues de él brota, como surtidor, el compromiso por la paz, la justicia, la paz y la convivencia en un mundo mejor, amenazado por el populismo y decisiones políticas que seccionan a la población y tratan de marcarla con sellos de selectividad.

    En aquel camino hacia el Monte Calvario, con tres caídas del Maestro, según la tradición, resalta la figura del Cirineo, la persona que ayudó con la cruz cuando ya las fuerzas de quien iba a ser crucificado casi habían desaparecido. El último tramo del camino cuesta arriba hacia la cima es la ruta por la que transita hoy la humanidad con millones de enfermos y decenas de miles de muertos como evidencia de la irracionalidad en la conducta humana.

    Hoy son muchos los hondureños en el camino de la supervivencia que precisan de ayuda no solo del Estado, cuya obligación es esencial para superar la pandemia, sino también la solidaridad de los vecinos, de la población, para que el sufrimiento que es mucho sea mitigado y perseveremos en la esperanza hasta el final del túnel. Este es el eterno valor de la Pascua para el cristiano. “No está aquí, ha resucitado”.

    Es el triunfo de la vida más allá de los condicionantes pasajeros de la existencia temporal. En esta semana tan especial el sufrimiento está en nuestras casas, en nuestros pueblos y ciudades; pero hay que resistir y cuando todo esto haya pasado, el recuerdo de la crisis, si somos inteligentes, nos ayudará. Hoy la crucifixión, mañana la resurrección.