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Común y lo común

  • 18 julio 2019 /

Puede parecer y, de hecho, es esto una observación angelical ante las bochornosas acciones en el Congreso Nacional.

    Que ha desaparecido en el Poder Legislativo el sentido común que, como dice la sabiduría popular, es el menos común de los sentidos, o el sentido de lo común; es decir, aquello que hace posible la convivencia armónica, la expresión cortés en las relaciones, el imperio del respeto a las personas y el bienestar y la prosperidad colectivas con iniciativa, trabajo y perseverancia de todos.

    Puede parecer y, de hecho, es esto una observación angelical ante las bochornosas acciones en el Congreso Nacional, pues está claro que ambos, la dimensión personal y la visión de la sociedad, han desaparecido y el único consuelo que queda, más bien de tontos, es que nada dura cien años y no hay cuerpo que lo resista.

    Las propuestas de reformas de la Organización de Estados Americanos con el agregado del tema de la segunda vuelta y la reelección, no incluidas en la entrega del organismo hemisférico, están en manos de las bancadas, a excepción de una, opuesta a lo habido y por haber hasta que se acepten sus condiciones, a las buenas, ya no, o a las malas, tal como queda en evidencia en los espectáculos bochornosos como consecuencia de la pérdida del sentido común y de lo común, que exigen capacidad de diálogo y apertura a iniciativas mejorables con la aportación de distintos puntos de vista.

    Y esto no es disertación en clase, sino reflexión sobre el día a día, en el que, como en las confrontaciones del campo político, los perdedores son los mismos de siempre e, incluso, una víctima más se suma a la pelea, hasta de puños, la labor legislativa, que se encauza en la lectura del secretario, no aparece el debate por las condiciones en la Cámara y se concluye con el ritual “¿se aprueba, queda aprobado?”. En más de una ocasión hemos escuchado que la democracia es respetar la minoría mediante la existencia de contrapoderes y el respeto a las libertades públicas que se consagra para todos en el marco legal.

    ¿Lograrán los diputados en insurrección legislativa o su directiva integrarse a un espacio donde se dialogue, debata, con altura, o se discuta, con acritud, el tema en discordia para no abandonar la sociabilidad y reflejar que aún, aunque sea en el fondo, quedan valores necesarios para la convivencia civilizada, como aquel de “hablando se entiende la gente”.

    Se refiere el dicho a las palabras, no a sillas por los aires, extintores en acción o movimiento de puños, todo ello muestra de que se perdió, por lo menos temporalmente, el uso del lenguaje oral como cauce del sentido común y protagonista del sentido de lo común.