Al final, las cifras son la evidencia de este ritmo que urge mejorar: el país sigue a la cola en Centroamérica con menos del millón de vacunados, El Salvador ya superó los tres millones y Costa Rica va detrás de los salvadoreños, aunque con un mejor porcentaje cuando se mide sobre la población total. En el área, estamos en quinto lugar al comparar el número de dosis aplicadas.
Está claro que para agilizar el proceso hay que ampliar los centros de vacunación, aceptar, por ejemplo, la propuesta de la empresa privada que ha puesto a disposición las farmacias como sitios para que se vacune en diferentes sectores urbanos. La respuesta no es volver a cerrar los centros de trabajo y negocios para hacer frente a la gravedad de la pandemia, sino mejorar el abordaje de la inoculación masiva, sin bajar la guardia. Volver a las restricciones de circulación y el cierre de la actividad económica es impensable para los empresarios, cuando la cuarentena y los huracanes de noviembre han significado el decrecimiento de un 10% del Producto Interno Bruto (PIB), la destrucción de un millón de empleos en el sector formal y una caótica realidad con unos dos millones de personas que tienen graves problemas de ingresos, según cifras extraoficiales.
La salida a la crisis sanitaria sigue siendo triplicar los esfuerzos en el programa de vacunación, con el apoyo de todos los sectores, y redoblar las medidas de bioseguridad que ya sabemos son cruciales incluso para quienes ya lograron ser inyectados con uno de los fármacos que combaten al covid-19.
“Las vacunas son un rayo de esperanza, pero la mayoría del mundo sigue en la oscuridad”, ha declarado el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en su último mensaje llamando a equiparar y aligerar la inmunización. Entre más se extienda el virus, más aparecerán variantes que serán más contagiosas, mortíferas y “con mayor probabilidad de escapar a la eficacia de las vacunas que existen actualmente”. En resumen, entre más tardemos en aplicar las vacunas, peor se nos pinta la salida de esta terrible pandemia.
Persistirá el peligro del contagio hasta que todos logremos vacunarnos con la prontitud, eficiencia y facilidades que demanda el país.