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Marzo en la historia

  • 28 febrero 2021 /

    Iniciamos marzo, mes en el que comenzamos a vivir y sobrevivir con miedo, después transcurren los días como si no pasaran y no nos fuera a suceder nada, pero la trágica realidad sigue golpeando duro en el ámbito familiar y en la vida laboral.

    Difícil entender la renuencia a conjugar los límites de la libertad y el derecho a la vida de los demás, aunque se alegue la necesidad del trabajo, de recuperar, aunque sea gradualmente, la regularidad de las actividades en la nueva normalidad que se irá afincando entre nosotros con los días, pues la pandemia nos ha mostrado, una vez más, la lección de “adaptarse o morir”, aunque habrá quienes no están dispuestos a dejar atrás hábitos y costumbres sin importarles las consecuencias.

    La luz en el túnel es una pequeña dosis de esperanza, aliento positivo que empuja a seguir la ruta de salida, no a fijar la vista en el resplandor y sentarse, pues, como dijimos recientemente, el camino es largo, falta mucho y urge, como el primer día, la actitud y acción defensiva, pues son patentes y gravísimas las secuelas sanitarias, económicas y sociales.

    Llegaron las primeras vacunas, anuncian un segundo arribo, todo ello ingrediente fundamental para disminuir el daño de la pandemia sobre la que recae la responsabilidad de todos, pues lo más fácil es mirar al lado y culpar a otros. Quienes tomaron decisiones lo hicieron unos con sana intención, otros desde el desconocimiento camino al fracaso y unos terceros aprovechando el río revuelto. Hay de todo en la viña del Señor.

    La pandemia nos hará más fuerte, pero exige evaluar la conducta personal y colectiva de la población. Una y otra vez oímos como repique de campanas el consejo de utilizar las medidas de bioseguridad, la mascarilla, lavarse las manos y mantener distancia, pero en la actividad proselitista de estos días, en las salidas “sociales” o de compras, y, más desgraciadamente, en reuniones familiares cada cual exhibe su “salud de roble”, pero un diminuto virus conduce al estado de coma y más allá.

    Aunque parezca manía, suene a eco o por el uso y abuso se vaya diluyendo el eficaz significado y valor de las palabras urge seguir gritando “si no es necesario no salga de casa”, la mascarilla es como foso de castillo para hacer difícil o impedir la invasión y evitar acercamientos y tocamientos, una sonrisa y una gesticulación son suficientes en el saludo para iniciar una conversación o simplemente dirigir la palabra por necesidad. La luz en el túnel, muy tenue, debe proporcionar la primera señal del camino correcto, aunque sigamos mascullando mientras caminamos que cualquier tiempo pasado fue mejor.