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09:08 PM

Cuchara grande

  • 19 febrero 2021 /

    Antigüedad laboral y logro de objetivos, dos condiciones, una con el calendario en la mano y otra tan subjetiva y parcial que las decisiones están en manos de juez y parte al mismo tiempo, de manera que la repartición se halla asegurada. Es tal el apego a la ley particular que señala dieciocho meses al año sin importar emergencia, pandemia, caída de la economía, con evidente reflejo en mayor desempleo y consecuencia inmediata de mayor pobreza.

    Si hace unos días en la casi quebrada con deudas en aumento Empresa Nacional de Energía Eléctrica (Enee) los hondureños conocieron el sueldo de los interventores de la estatal eléctrica, que, como regalo de año nuevo, alcanzó la cifra de 170,000 lempiras, páguese a ello colaterales y tendremos una cifra exacta, aunque las pérdidas, la mora, los cortes y los apagones vayan en aumento. Aquí no se consideran logros de objetivos, pues entonces tendrían que poner ellos de su bolsa.

    El directorio del Banco Central de Honduras, muy legal, pero injusto, también recibió el nuevo año con la sana aplicación del convenio colectivo con aumento anual sin necesidad de hacer la fuerza y para todos, porque también los ejecutivos están expuestos, tienen sesiones a medianoche, la jornada laboral es por turno e, incluso, el hogar se resiente y no se acompaña a los hijos en las tareas y se le dice a la vecina que eche un vistazo para que se acuesten.

    Tómese con el más alto nivel de sarcasmo que podemos aplicar a los responsables de que funcione la maquinaria de la administración pública, por ello se llaman funcionarios, distinto a empleados públicos. Funcionan sí para ellos y su círculo porque la economía con el respaldo de una política monetaria sana no aparece; en salud estamos como estamos; educación…

    El camino a los 300,000 del presidente del BCH, superando los 250,000 del vice y directores, no está relacionado a la situación nacional, sino enmarcado en la contratación colectiva, tratados internacionales, la Constitución y el Código de Trabajo, sagrado e intocable, aunque el país se hunda. Habrá que aplicar el dicho clásico “alia iacta est”, la suerte está echada, y a principio de cada año llueva, truene o relampaguee habrá aumento.

    Las reacciones han sido numerosas y desde todos los campos, pero no se oye. Los escándalos duran tres días. Lo de la Enee ya está olvidado y sus ejecutivos sumamente tan felices; lo del BCH también será envuelto en papel silencio. Tienen la cazuela y la cuchara grande, qué podemos esperar. Mientras los de primera línea reclaman sueldos atrasados y en el mundo laboral privado negocian unos lempiras para el salario mínimo. ¡Qué felicidad!