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Vigencia de la familia

  • 21 noviembre 2020 /

    Es en estos días oscuros, difíciles, en los que parece que la esperanza es una quimera, cuando valoramos, en su justa dimensión, la importancia de la familia. De hecho, en los momentos de desesperación, de tristeza, cuando aquellos bienes materiales que con tanto sacrificio habíamos adquirido se han dañado o se han perdido, es cuando miramos a nuestro alrededor y caemos en cuenta que lo más valioso que tenemos, lo que más nos importa, son nuestros hijos, nuestros padres, nuestros cónyuges, aquellos a los que nos unen esos vínculos permanentes de la sangre y del cariño.

    De ahí que los que más han sufrido en esta catástrofe son aquellos que han perdido a un padre o una madre, a un hijo, a un hermano, a un esposo, puesto que, como bien sabemos, lo material, tarde o temprano, aunque tampoco es fácil, se recupera o se repone; pero cuando la muerte nos arrebata a un ser querido el daño es permanente, es definitivo.

    Todavía sumidos en una situación dramáticamente dura, cuando muchas personas continúan en los albergues y no tienen certeza de lo que ha sucedido con sus viviendas, aquellos que lograron preservar sus vidas, la mayoría afortunadamente, tienen el enorme consuelo de tener a su lado a aquellos por los que uno trabaja y que le dan sentido a la existencia.

    De las tragedias, por dolorosas que sean, es muy importante sacar enseñanzas, aprender lecciones. Y de la tragedia provocada por estos dos huracanes, que han truncado los sueños de tantos, una enseñanza importante es la de reconocer cómo al final el tesoro más preciado, lo más valioso que tenemos entre manos, no es un electrodoméstico o un automóvil, ni una casa, por mucho que nos hayan costado, sino nuestra familia.

    Y es por la familia que vamos a levantarnos, a ponernos de pie, a continuar en la búsqueda de un futuro mejor, a volver a pensar en sacar adelante a los hijos que Dios no ha dado, a darle una vejez digna a nuestros padres, a luchar por el bienestar de nuestro círculo más íntimo.

    Hoy más que nunca la familia manifiesta su vigencia. La familia nos devuelve las ganas de seguir viviendo, nos compromete a mirar hacia adelante y a convertir el dolor, la frustración, en audacia, en fuerza, en firmes propósitos de salir adelante.