A estas alturas es urgente que haya una rectificación de parte de las autoridades del Gobierno porque en una mesa en la que, en principio, participan todos los sectores, si estos han sido convocados, es para escucharlos y tomar en cuenta sus opiniones, opiniones que son más que eso, ya que están basadas en datos y en el conocimiento directo de la realidad que les compete. Pueden tomarse muchas medidas equivocadas e, incluso, contraproducentes, si no hay suficiente permeabilidad a las peticiones y sugerencias de cada uno de los sectores.
Esta situación, cada vez más compleja, no la va resolver el Gobierno en solitario. No es momento para echar culpas, pero este tipo de hechos debe llamar, inmediatamente, a la reflexión, ya que, además, podría llevar a pensar a la población que se convoca a mesas y a diálogos solo con el fin de pretender que se cuenta con el respaldo de las organizaciones, cuando eso no es tan cierto, porque, al final, prevalece la postura de los funcionarios y no se toma en cuenta el parecer de los demás.
Y, está claro, este no es momento para profundizar brechas ni crear divergencias. El sistema sanitario está en crisis, los contagios y las muertes son cada día mayores, y urge que nos pongamos de acuerdo. Si no se subsanan los errores cometidos en la gestión de las crisis, esta va a empeorar y no habrá sector que no vaya a resultar afectado. Además, debe eliminarse la percepción de que vamos sin rumbo, improvisando, sin tener claro lo que debe hacerse, o lo que debió hacerse, en cada una de las etapas de la pandemia. Porque no es bueno que la gente vea con desconfianza las acciones emprendidas por el Gobierno, y la confianza solo se gana cuando hay transparencia y una participación real de los sectores representativos de la vida nacional.