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09:25 PM

Con disciplina

  • 25 marzo 2020 /

    Los retos que pone ante nosotros, como individuos y como colectividad, la pandemia del Covid-19 no son minúsculos. Además del serio problema sanitario, que todos esperamos superar si es posible con ninguna pérdida humana, seguramente deberemos enfrentar una serie de consecuencias económicas que exigirán toda la creatividad de parte de los actores gubernamentales, los creadores de fuentes de trabajo y, por supuesto, los ciudadanos de a pie.

    Desde que se diagnosticaron los primeros casos en Honduras, como una sola voz, el Gobierno, la empresa privada, las organizaciones gremiales, las instituciones educativas y otros grupos sociales no se han cansado de repetirnos que nos quedemos en casa, porque si hay algo que está claro es que el distanciamiento social es la mejor arma para ralentizar y acabar con los contagios. Y aunque la medida exige un particular esfuerzo de parte de todos, tenemos la obligación de acatar las disposiciones en ese sentido, para abreviar, en la medida de lo posible, el período de inactividad forzada y, con ello, el parón laboral, que nos afecta a todos.

    La permanencia de las familias dentro de sus hogares requiere disciplina, sobre todo autodisciplina. Y, en la medida que pasan los días, mayores dosis de ella; pero no tenemos otra opción. Mientras no se ponga a disposición de los sistemas de salud del mundo entero una vacuna en contra de este tipo de coronavirus, si queremos preservar la vida de nuestros seres queridos, en este caso los mayores o con alguna dolencia de base que los vuelve más vulnerables, no tenemos más remedio que desarrollar nuestra vida cotidiana dentro de las paredes de nuestras casas.

    También habrá que ser disciplinados con el uso del dinero. El impacto financiero de esta crisis es previsible y nos obligará a ser sumamente responsables con los recursos económicos de los que dispongamos para que puedan satisfacer las necesidades realmente perentorias y no se distraigan en gastos innecesarios o superfluos.

    Hay que tomar en cuenta que los países que siempre nos han tendido la mano ante desafíos causados por la naturaleza o el subdesarrollo, del que no terminamos de salir, también enfrentan situaciones muy complicadas y, muy probablemente, no podrán auxiliarnos, como lo han hecho en otras coyunturas. Así que de esta saldremos, porque saldremos, por nuestros propios medios. Que nuestro compromiso con Honduras se manifieste en nuestra conducta disciplinada de buenos hijos de esta patria.