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Es la vida

  • 22 marzo 2020 /

    Con la explicación que suena a justificación de que el nuevo contagiado es “contacto del paciente” tal o cual, un funcionario de Salud elabora un informe actualizado en el que ya constan más de veinte casos positivos del Covid-19 para el que no hay fronteras ni discriminación de personas, pues en cuanto halla la puerta abierta entra sin llamar; aunque hay quienes que aún creen que es cuento de poderosos y políticos.

    Lo que se inició en la potencia del continente asiático ha ido invadiendo países y son ya miles las víctimas mortales; pero millones que se encuentran recluidas en sus hogares para impedir la expansión del contagio que se cuela como humo debajo de las puertas o sorprende en las habituales relaciones entre las personas que ya deben marcar “distancia social” para evitar, lo casi inevitable, el salto del virus a otros.

    Llama poderosamente la atención aquello de “contacto del paciente”, pues el trabajo de prevención se debió iniciar desde el primer momento en que llegaron personas de países en los que la enfermedad pasó de epidemia para convertirse en pandemia, pues según los diagnósticos el virus llegó y se propagó a través de ellas. A pesar de conocer el riesgo, tal vez sí, tal vez no, se optó por lo más fácil y el resultado nefasto incluso para la familia del portador del virus que solapadamente “dormía”.

    No se trata solamente de protegerse uno mismo, que ya es un gran desafío en estos tiempos de contaminación, sino de cuidar de la propia familia. Quienes llegaron de esos países, grandes focos de infección, debieron someterse o ser sometidos a un autoaislamiento riguroso, pues al provenir de esos lugares lo más prudente y sensato debió ser aceptar la situación y no rebelarse a las disposiciones de las autoridades y presentarse como víctimas de un acoso quizá injustificado, pero muy comprensible en esta temporada de avasalladora epidemia.

    Ahora ya con un cuadro en el que el número de pacientes va en ascenso, hasta el presidente de la república señala que falta lo peor; y desde la Secretaría de Salud advierten que si se supera la cantidad de 32 enfermos por el coronavirus será muy difícil atender a los demás.

    No es cuestión de echar miedo para lograr el confinamiento, sino que es una realidad de la que debemos aprender, como dicen en el pueblo, “en cabeza ajena”. No es juego… Es la vida propia, la de la familia, la de los vecinos y la de aquellos que atienden en hospitales, ofrecen seguridad en las calles o responden a la urgencia del llamado del enfermo.