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12:52 PM

Responsables

  • 09 enero 2020 /

    La emergencia no es causada por el cambio climático, aunque tiene su papel de reparto en ella, sino por la miopía o incapacidad de funcionarios o alcaldes que absurdamente ignoraron, por décadas, que el aumento en la población urbana exigía incremento del consumo de agua; de manera que ahora son lamentos, prisas, masivos racionamientos y previsiones.

    Ojalá aprendamos en cabeza ajena. Los sampedranos tenemos reservas en los acuíferos, pero el daño en las fuentes y el aumento de la población también se va sintiendo en el servicio.El problema no es nuevo, el Corredor Seco es la evidencia más clara de lo que año con año sufren los habitantes de los municipios de esa zona. Las previsiones para el próximo estío son escalofriantes, nada mejor empleada la palabra, pues serán intensos días de calor que producirán frío al ver el fracaso en las cosechas o semanas sin que caiga gota de agua en la llave.

    No es sensacionalismo ni amarillismo, sino la cruda realidad que debieron haber visto antes alcaldes y ejecutivos del Sanaa que no invirtieron para atender la demanda creciente, aunque sí para el gasto, incluyendo préstamos que se fueron consumiendo en planillas, en contrataciones o viáticos. Todo, menos posibilitar el aumento de las reservas de agua para el consumo. El ejemplo patético es la capital, cuya represa más nueva o moderna data de décadas como si en Tegucigalpa y Comayagüela se hubiese congelado la expansión urbana y el crecimiento poblacional en aquellas fechas.

    En otras grandes ciudades del país ocurre similar situación sin que aparezcan iniciativas, pues los principales responsables aguantan y cuando llegan las lluvias respiran profundo y piensan que ya pasó lo peor. La desgracia es que por décadas no han visto y siguen ciegos, pues los ríos, aunque han disminuido sus caudales, siguen depositando el agua en el mar.

    El presidente de la república se ha referido al otro tanto o más grave problema causado también por las autoridades y agravado por las consecuencias inmediatas del cambio climático que ha hecho sonar la alarma en el canal de Panamá por las dificultades en la navegación al bajar el nivel de las aguas.

    ¿Qué no ocurrirá a miles de familias hondureñas con los cultivos arrasados? Los pronósticos de lluvia, provenientes de Estados Unidos y Europa, son dramáticos. Aunque tardía, la declaración de emergencia más que oportuna es necesaria, pero sin olvidar a irresponsables funcionarios causantes de ella. Se olvidaron del campo y de la población en grandes ciudades.