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Empleo

  • 07 enero 2020 /

    En la política del empleo, con estrategias concretas y limitados cálculos racionales según la situación interna y la compleja crisis internacional, se han de considerar no solo las posibilidades y promesas de crear oportunidades de trabajo, que bienvenidas sean, sino también las medidas para evitar la destrucción de los empleos creados, aunque su precariedad los coloque en límites de las esperanzas laborales.

    Hace unos días nos referíamos a las perspectivas, haciendo hincapié desde el lugar de donde se observaba, y habrá que insistir para moderar las posiciones encontradas del oficialismo y de la oposición y acercarnos a hechos reales de la vida diaria de miles de familias, muchas de ellas con escasas posibilidades de alcanzar niveles de subsistencia.

    El aumento a la tarifa de energía eléctrica ha hecho saltar la alarma. Se calcula que el porrazo proporcionará 90 millones de lempiras más a la Empresa Nacional de Energía Eléctrica. Si esos millones estuviesen acompañados por la reducción efectiva de pérdidas, disminución de la mora, transparencia en contratación de energía y menor peso de la planilla, la balanza no se inclinaría solo al consumo.

    A ello hay que sumar el aumento del salario mínimo que ayudará a la economía familiar, pero que será también un portazo en muchos hogares, pues, aunque los cálculos difieren, representantes de las mipymes apuntan hacia el 70% que no lo podrán pagar mientras que la Secretaría de Trabajo señala un 40%.

    Los dos porcentajes debieran preocupar, pues ambos reflejan destrucción de empleo en un sector muy importante de la economía, creador de trabajo.

    Como causa y efecto, la desaceleración va dejando su marca en las oportunidades de trabajo de las microempresas que no incrementaron la fuerza laboral, sino que redujeron su escaso personal, lo cual es un doble golpe para la gente en edad de trabajar que se integrará a la población económica activa sin actividad, lo que conduce a mayores problemas en la sociedad. Hay que llegar a la raíz, educación y salud, aunque en el camino el empleo exige seguridad y esta es condición para el primero.

    La perspectiva no es tan clara como señala el oficialismo, pero hay oportunidades que deben ser aprovechadas con visión clara de interés común, no de poder político, ni de proselitismo, ni de acumulación de beneficios ni de paracaidismo empobrecedor. La perspectiva no es muy halagadora, pero todos tenemos que enfrentarla.