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Miopía

  • 07 octubre 2019 /

Nos referimos a la guerra comercial, en Oriente y Occidente, cuyos cañonazos en aranceles van debilitando y hasta destruyendo la cooperación entre aliados y el entendimiento con los rivales.

    Por donde se camine, el suelo presenta fisuras que hacen presagiar a mediano y largo plazo rupturas si la miopía que se centra con satisfacción en un sistema cortoplacista, no es curada para alargar la visión y pasar de objetivos inmediatos, a metas sólidas. Nos referimos a la guerra comercial, en Oriente y Occidente, cuyos cañonazos en aranceles van debilitando y hasta destruyendo la cooperación entre aliados y el entendimiento con los rivales.

    La Organización Mundial del Comercio abrió la puerta a Washington para la imposición de aranceles a productos importados de la Unión Europea en respuesta a los subsidios concedidos en el sector de aeronáutica, aunque el organismo internacional señaló hace unos meses que el Gobierno norteamericano otorgaba ayudas fiscales a una empresa aérea.

    A las diferencias políticas y al distanciamiento con los “eternos” amigos, se suma ahora el enfrentamiento comercial que, sin duda, enfriará mucho más las relaciones en todos los campos con consecuencias inmediatas en los mercados bursátiles, cuyas caídas van debilitando el sector laboral con mayor desempleo, disminución del consumo.

    Y por si fuera poco, la imposición de aranceles a partir del próximo 18 de octubre está ya en la agenda de la campaña de las elecciones de 2020 durante la cual la bandera del populismo, migración, economía, concentración de poder y todo lo necesario para renovar el lema America firster (América primero), con toda la carga de raza, democracia y capitalismo, se elevará en la propaganda reeleccionista.

    Un año más agitado para la economía mundial con previsiones inmediatas definidas, tal como evidencian las estadísticas de empleo en Estados Unidos y la disminución de tasa de interés en la UE para movilizar el sector productivo y enfrentar obstáculos reales, la salida del Reino Unido de la Unión, la incertidumbre en España, por la crisis política y el frenazo de la locomotora, Alemania.

    Nuestro país puede recibir beneficios en la medida en que la expansión y consolidación económica norteamericana cree más oportunidades de empleos, como ha sucedido en otras épocas, contrario a los golpes de la crisis, sentidos con mayor fuerza en aquellos sectores como la construcción o el campo que absorben mayor cantidad de mano de obra. Sin embargo, hay gran inquietud porque cuando en Washington las campanas “repican es que doblan” y de amenaza en amenaza, de sanción en sanción, la confianza y credibilidad se pierden.